Cabeza borradora (Eraserhead, 1977), de David Lynch
Henry Spencer, un joven depresivo y asustadizo, sufre desde pequeño unas extrañas pesadillas de las que intenta liberarse a través de su imaginación. Un día, su amiga Mary lo invita a cenar a casa; se entera entonces de que ha sido padre de un bebé prematuro y no humano. Mary y el extraño bebé se instalan en casa de Henry, donde un escenario iluminado tras el radiador muestra la presencia de una mujer. Aunque en cierto modo podría decirse que todo el cine de Lynch respira la esencia de las películas de culto, pocas encajan en la categoría mejor que Cabeza borradora, aún hoy la más extraña, sugerente y terroríficas de sus invenciones. Fue su opera prima y, como tantas otras de esta lista, fue recibida entre la más absoluta indiferencia, pero los pases de madrugada y el boca-oreja la convirtieron en el clásico reconocido del cine extraño que es hoy, hasta el punto que figura en la Librería del Congreso de los Estados Unidos por su importancia histórica. Lo curioso es que la película, pese a lo críptico de sus imágenes, posee una serie de iconos reconocibles que se han convertido en parte indisociable de la cultura moderna: la chica del radiador y su irrepetible nana sobre cómo en el cielo todo va bien, el pelo de Jack Nance, el bebé deforme, los exteriores de fábricas en corrosivo blanco y negro... una mezcla intuitiva y muy estética de simbología post-industrial y enigma irresoluble que han reforzado su categoría de obra maestra del cine de culto durante todos estos años. David Lynch debutó en la dirección de su primera película con esta historia donde también se encargó del guion, producción, montaje y decoración. La película es una historia surrealista donde lo onírico y fantástico se mezcla con el terror y la angustia. Atmósfera conseguida de este controvertido director que sorprende con los estilos tan variados de cada una de sus películas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario