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Los nibelungos (Die Nibelungen, 1924), dividida en dos partes: Los nibelungos: la muerte de Sigfrido (Die Nibelungen: Siegfried) y Los nibelungos: la venganza de Krimilda (Die Nibelungen: Kriemhilds Rache), se sumergían en la Edad Media, en busca de un héroe mítico y épico que inspirase al pueblo alemán una vez más. Esta película es una adaptación de una serie de leyendas alemanas sobre unas criaturas que habitan la niebla llamadas nibelungos. Cuenta la historia del príncipe Sigfrido, que después de haber forjado una formidable espada y convertirse en un herrero excelente debe volver al castillo de su padre. Luego conoce la historia de la hermosa princesa Krimilda y decide abandonar de nuevo el castillo de su padre para salvarla. Estas obras están inspiradas en el Cantar de los nibelungos, y probablemente también en la trilogía de Friedrich Hebbel Los nibelungos, que ahonda en el cantar. Ambas películas fueron rodadas en los meses de 1923 en los que Alemania llegó a su situación más baja de la posguerra, con la inflacción más elevada de su historia, miembros de la ultraizquierda levantando barricadas en Hamburgo y Hitler llevando a cabo un abortado Putsch en Múnich. Los nibelungos fue una película dominada por los decorados gigantescos, las enormes escaleras y los vastos bosques artificiales, verdaderas proezas de producción que combinaban los antiguo y lo moderno.
Sin embargo, la insaciable imaginación de Lang le llevó a ofrecer también visiones del futuro. La más espectacular de todas sus películas sigue siendo Metrópolis (1927); y, aunque las primeras escenas pueden parecer lentas y lúgubres, se ven compensadas por el dinámico climax en el que los esclavos se rebelan, destruyen las máquinas que les oprimen e inundan sus propios hogares. No obstante, Metrópolis se ve perjudicada por unos malos intérpretes, y su sumisión al poder resulta más ridícula que repulsiva. Metrópolis es uno de lοs pocos filmes considerados Memoria del Mundo por la Unesco. Fue el primero en poseer esta categoría, amparado en la vívida encarnación de toda la sociedad, y la profundidad de su contenido humano y social.
Aunque menos famosa, la siguiente película de Lang, La mujer en la Luna (Frau in Mod, 1929), resulta más acertada en su visión del futuro. Se trata de una historia de ciencia-ficción que se adelantaba ya al uso de las naves espaciales de los años 1960 y 1970. Está considerada como una de las primeras películas de ciencia-ficción "serias".
Hacia mediados de la década, los artistas alemanes comenzaron a contemplar su sociedad desde un punto de vista crítico, al que se denominó Die Neue Sachlichkeit ("Nueva Objetivad" o "nuevo Realismo"), acuñado por el crítico Gustav Friedrich Hartlaub en 1923, quien afirmó: afirma: «el objetivo es superar las mezquindades estéticas de la forma a través de una nueva objetividad nacida del disgusto hacia la sociedad burguesa de la explotación» o «…lo que aquí estamos mostrando se distingue por las, en sí mismas puramente externas, características de la objetividad con la que los artistas se expresan ellos mismos…». Reaccionó contra el expresionismo y vuelve a una figuración «realista». Entrecomillamos realista porque es una plasmación objetiva de la realidad, con acento en lo social. Objetiva en el sentido de ser menos experimental en cuanto a búsqueda de nuevos lenguajes, menos introspectiva, y de ser más comprometido y directo. Resignados, desilusionados y horrorizados, los cineastas de la época se dedicaron a captar la realidad que les rodeaba con una visión fría e imparcial. De poco sirvió… 10 años después de su creación, la Alemania Nazi acaba con el movimiento.
El director G. W. Pabst se mostró partidario del "Nuevo Realismo": "¿Qué necesidad hay de un tratamiento romántico? La vida real es ya de por sí demasiado romántica, demasiado sombría".
Varieté, una historia de amor, celos y asesinato en un circo, se estrenó en el mejor cine de la UFA en Berlín |
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