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Mientras tanto, Sjöström y Stiller seguían sus carreras paralelas, con Sjöström actuando con frecuencia en las películas de su colega finlandés. De los 62 largometrajes que dirigieron entre 1912 y finales de 1916, prácticamente todos han desaparecido o han sido destruidos en incendios. No obstante, la obra más importante de Sjöström, Ingerborg Holm (1913), basada en una obra teatral de Nils Krok, ha logrado llegar hasta nuestros días como prueba de la atención del director hacia los detalles y su sentido del compromiso social. La protagonista de la película Ingerborg Holm, se ve arrojada a una casa de beneficencia cuando muere su marido, y uno a uno, le son arrebatados todos sus hijos. Se convierte en una mujer desesperada y prematuramente envejecida, que acuna un trozo de madera entre los brazos como si fuera uno de sus hijos perdidos. La película provocó una polémica en Suecia, donde contribuyó a que se introdujeran mejoras en las leyes de beneficencia, y admiración en el extranjero.
Hilda Borgström en Ingerborg Holm (1913) |
la primera obra maestra de Stiller fue Amor y periodismo (Kärlech och Journalistik, 1916), una deslumbrante comedia sobre una joven periodista que se hace pasar por criada en el hogar de un explorador del Antártico con el fin de conseguir un reportaje para su periódico. Karin Molander fue la deliciosa heroína de ésta y de otro para de comedias de Stiller (en las que también trabajaba Victor Sjöström), La mejor película de Thomas Graals (Thomas Graals Bästa Film, 1917) y su secuela El mejor hijo de Thomas Graals (Thomas Graals Bästa Barn, 1918).
Karim Molander en Amor y periodismo (1916) |
Un escritor sueco que trabajó como guionista de Sjöström y Stiller de 1916 en adelante fue Gustaf Molander (1888-1973). Con el tiempo llegó a convertirse en director y se mantuvo en el pináculo de su carrera hasta los años 1960; su última película fue un episodio rodado en 1964 e interpretado por Ingrid Bergman, en la película de sketches Stimulantia (1967). Molander se caracterizaba por el refinamiento de sus diálogos y por su capacidad para dirigir a las actrices, como por ejemplo a Ingrid Bergamn en Intermezzo (1936
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