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La reacción a su siguiente película La tierra de todos (The Temptress, 1926), dirigida por Fred Niblo y coprotagonizada por Antonio Moreno fueron igual de cálidas. El crítico de la revista Life afirmaba que la Garbo le había dejado maravillado, y el del New York Times señalaba que "con un mínimo de gestos y una desacostumbrada contención expresiva convierte en significativas todas las escenas en las que aparece". Para el New York Herald Tribune, se trataba de "una mujer dotada de enorme magnetismo y una actriz consumada. No deja de hecho nada que desear. Su perfil, su gracia y, sobre todo, sus pestañas... No es una mujer bella en el sentido convencional de la palabra y, sin embargo, hace que todas las demás bellezas resulten excesivamente obvias".
Estos comentario llevaron a Alistair Cooke a señalar que: "Al ser una mujer adorada por el mundo entero, le da a uno la sensación de que, si su imaginación tiene que pecar, puede al menos felicitarse por su impecable buen gusto".
Mauritz Stiller, su compañero y mentor, dirige a la Garbo y a Antonio Moreno en La tierra de todos (1926). Desgraciadamente, a la Metro no le gustó el enfoque de Stiller y le impidió seguir rodando |
El público opinaba también así, y las mujeres empezaron a copiar su forma natural de maquillarse, sus peinados sueltos y su despreocupada manera de vestirse. Amaban su distanciamiento, su aspecto ligeramente huraño, su forma de mirar, el modo emancipado en que actuaba y reaccionaba y sus andares indecisos y vacilantes, casi torpes. No era que se revelase contra las convenciones establecidas, sino que parecía sentirse muy cómoda fuera de ellas. Traspasaba la pantalla como un ser erótico y misterioso que dominaba fríamente las situaciones ; y, sin embargo, cuando estaba sola, se convertía en sublimemente femenina y tierna.
La enigmática imagen de la Garbo hizo de ella una espía ideal, aquí en Mata-Hari (1931) |
El rodaje de esta segunda película de la Garbo para la MGM lo inició Mauritz Stiller, pero sustituido al poco tiempo Fred Niblo. Parece que los métodos de trabajo de Stiller no coincidían con los del estudio. No comprendía en la insistencia en unos horarios de rodaje y unos presupuestos tan estrictos. Abandonó la MGM y se pasó a la Paramount, donde hizo tres películas durante el año siguiente. Luego volvió a Suecia, pero falleció al poco tiempo.
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