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Desde el punto de vista crítico era inatacable. Los críticos de cine de Nueva York le otorgaron dos veces su galardón a la mejor actriz por Anna Karenina y La damas de las camelias. Los guionistas escribían grandes diálogos para ella y empezaron a limitar así su capacidades a la profundidad de su voz, a costa de las amplias posibilidades de rica mímica, al mismo tiempo dejaron de materializarse las películas que le habrían dado oportunidades de mostrarse visualmente expresiva. Una película representativa de las que se le hizo interpretar es Maria Walewska (Conquest, 1937), dirigida por Clarence Brown y Gustav Machatý, espectacular melodrama histórico de dos horas de duración que narra la historia de amor entre una polaca (Maria Walewska) y Napoleón Bonaparte (Charles Boyer). Para finales de los años 1930, la Garbo se había convertido en un cliché de la mujer fatal: poética y trágica, pero también modesta.
De haberlo deseado la carrera de la Garbo podría haber continuado; pero, para mantenerse en la cima tendría que haber mejorado sus rendimientos de taquilla, lo que habría exigido un cambio de imagen en relación con el estereotipo en que se había convertido.
Dándose cuenta de la necesidad de iniciar un cambio de rumbo, la Metro-Goldwin-Mayer asumió el riesgo de hacerle interpretar una comedia dirigida por Ernst Lubitsch y titulada Ninotchka (1939). La publicidad decía: "La Garbo rie", como antes había anunciado: "La Garbo habla", a pesar de que llevaba más de diez años riéndose en sus películas.
A propósito de la película, Frank S. Nugent señaló en el New York Times, que: "La Ninotchka de la Garbo es una de las mejores comedias del año, un espectáculo alegre, impertinente y malicioso que no abusa de los golpes bajos y nos muestra a la gran dama del cine dramático en una comedia disparatada que interpreta con la imperturbabilidad de un Buster Keaton..."
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