viernes, 4 de noviembre de 2022

El esplendor de Hollywood (II)

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El relanzamiento de la economía significaba que se podía disponer de mayores recursos. Cuando David O. Selznick comenzó su anunciada producción de Lo que el viento se llevó en diciembre de 1938, Hollywood se encontraba e uno de sus mejores momentos. Directores como Frank Capra, John Ford, Leo McCarey, William Wyler, Ernst Lubitsch y Howard Hawks se hallaban en el apogeo de sus carreras, y realizando películas de gran calidad. Un repaso de las películas nominadas para el Oscar de 1939 revela que, entre las que competían para la obtención de dicho galardón figuraban Amarga victoria, Ninotchka, La diligencia, El Mago de Oz, Cumbres borrascosas y Lo que el viento se llevó. 
Todos los estudios presumían de grandes estrellas y éxitos financieros y todos ellos intensificaron sus planes de producción. Gracias a la aportación del Technicolor, los más poderosos pudieron permitirse el lujo de rodar en exteriores. Los más modestos se apresuraron a subirse al tren de los programas dobles, produciendo películas menos costosas para un nuevo tipo de programación cinematográfica compuesto por dos películas de unos ochenta minutos cada una, en lugar de por la tradicional combinación de largometraje base y cortos. 
Thurman Arnold, el político de Washington que intentó acabar con los monopolios de los "cinco grandes" de Hollywood
En los estudios Walt Disney, un nutrido equipo de artistas trabajaba día y noche para terminar Blancanieves y los siete enanitos (1937), que habría de revolucionar la noción de programación cinematográfica, pues era la primera vez que se ofrecía a los espectadores un largometraje de dibujos animados como película base. 
Pero, aunque Hollywood invertía a gran escala y obtenía grandes éxitos de taquilla, a finales de los años 1930 el negocio del cine se encontraba en situación inestable. Pasó una década entera de pleitos, querellas e investigaciones del FBI antes de que terminase la lucha de Hollywood contra la legislación anti-trust. En 1948, el Tribunal Supremos dictaminó la obligatoriedad de separar la rama de la producción y la distribución, con lo que la estructura de la industria cinematográfica experimentaría cambios decisivos. A partir de ese momento, la industria debía plantearse de nuevo su futuro y eso la marcará definitivamente. 

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