La Meca del Cine recibe con apatía y componendas el auge del fascismo en Europa. La escritora y humorista Dorothy Parker señaló en cierta ocasión que el único "ismo" en el que Hollywood creía era el "plagiarismo".
Se trata de un comentario bastante duro; pues, en la década de los años 1930 había entre quienes hacían cine muchas personas que creían tener la obligación moral, tanto como individuos como en su condición de miembros de una profesión influyente, de dar a conocer sus progresistas puntos de vista no sólo en relación con el auge del fascismo en Europa, sino también con las condiciones internas de carácter económico y social. Pero, en último extremo y tras muchas acrobacias, la respuesta de Hollywood a esos problemas fue o bien apática o bien de componenda.
La mayoría de los activistas de izquierda del Hollywood de los años 1930 era refugiados europeos o individuos procedentes del mundo del teatro neoyorquino. El autor de cualquier obra teatral de éxito recibía casi inevitablemente una oferta de contrato de algunos de los grandes estudios, y entre las figuras radicales clave que llegaron de esta manera a California destacan Clifford Odets, John Wexley, John Howard Lawson, Lester Cole y Albert Maltz (estos tres últimos formaron parte de los famosos "diez de Hollywood" sometidos a persecución por McCarthy). Por curioso que pueda parecer ahora, este grupo de escritores fue a parar casi en lote a los estudios de la Warner en Burbank para escribir guiones con destino a películas Ann Sheridan y otros. El primero de Clifford Odets fue El general murió al amanecer (The General Died at Dawn, 1936), dirigida por Lewis Milestone, una película de espionaje interpretada por Gary Cooper. A la salida del estreno, uno de los seguidores del escritor le reprochó: "¿Odets donde has dejado el aguijón?".
En respuesta a esas acusaciones de cobardía política, los guionistas argumentaban que ahora no era nada más que asalariados al servicio de capitalistas reaccionarios. Esta insatisfacción fue la que les empujó a organizar su propio sindicato, el Screen Writers' Guild. Tras cinco años de duras luchas, durante los cuales los estudios crearon su propio sindicato d empresa, llamado Screen Playwrights, y amenazaron con poner en las listas negras a cualquier guionista que no se inscribiera en él, el Screen Writers' Guild se vió, finalmente reconocido- en julio de 1938.
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