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El problema exterior
Otro factor decisivo que favoreció el conservadurismo político de las películas de Hollywood fue el de la naturaleza de los mercados exteriores en los que los estudios obtenían sus beneficios tras recuperar los costos de producción en el mercado interior. Durante la década de 1930, los países extranjeros se volverían cada vez más sensibles a la forma en que el cine de Hollywood les caricaturizaba. Los productores también debían de tener en cuenta la costumbre japonesa de censurar toda escena en que hubiese besos, y la tendencia británica a ver con sospecha cualquier película situada en alguna de sus colonias. La amargura del general Yen (The Bitter Tea of General Yen, 1932), de Frank Capra fue prohibida en todo el imperio por mostrara las relaciones entre una mujer de raza blanca y un chino.
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Errol Flynn protagoniza La carga de la brigada ligera (1936), de Michael Curtiz |
La incierta situación en Europa constituía otro problema. La censura de Mussolini prohibió Clive of India y The Lives of Bengal Lancer (ambas de 1935), Lloyds of London y La carga de la brigada ligera (The Charge of the Light Brigade) (ambas de 1936), basándose en que contenían propaganda a favor de Inglaterra. La Alemania nazi y, según fue transcurriendo la década, los territorios bajo su control, se negaron a exhibir películas interpretadas por Mae West, Johnny Weismuller, Francis Lederer, Fred Astaire y Ginger Rogers, Warner Oland, George Arliss y Jean Hersholt por toda una serie de razones políticas y raciales. Estas interferencias preocupaban a los jefes de los grandes estudios que sólo pretendían conseguir beneficios y creían que ya habían eliminado de sus películas todo lo que tuviese relación con la política. |
Juárez (1939), de William Dieterle, con Paul Muni, trazaba un estrecho paralelismo entre el México de Maximiliano y la Checoslovaquia anexionada por Hitler en 1936 |
Se necesitaba todavía más razones para mantenerse al margen de las controversias suscitadas por el auge de los fascismos europeos. Hollywood podía encontrarlas en la propia situación política de Estados Unidos en los años anteriores a la II Guerra Mundial. Obsesionados como estaban con su propia Depresión económica, los americanos miraban por lo general con indiferencia a Europa y con repugnancia a la idea de verse envueltos en otra guerra. Las investigaciones sobre la industria armamentística llevadas a cabo por el Congreso llegaron a la conclusión de que, en estrecha alianza con los banqueros y hombres de negocios internacionales, esta había sido responsable de arrastrar al país a la I Guerra Mundial. En vísperas de la Resolución de Neutralidad Fittman de agosto de 1935 y de la llegada a puestos clave del Senado de aislacionistas convencidos, el presidente Roosevelt no consiguió convencer a la nación de que adoptase una actitud más combativa frente al fascismo. (cont.)
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