En Babylon, su quinto largometraje, el director de La La Land rastrea la esencia de los años 1920 en Hollywood, un período grandioso y decadente, entre drogas, orgías y pasiones ardientes. El fruto de diez años de investigación.
Concebida como una respuesta a Cantando bajo la lluvia, Babylon se estrelló en la nieve: estrenada durante las vacaciones en los Estados Unidos, la película fue recibida solo con una gélida indiferencia cuando los hombres azules de Avatar: The Way of the water, estaban nadando en felicidad.
Conocido antes del veredicto de la taquilla americana, Damien Chazelle sabía que se jugaba a lo grande en este largometraje de 80 millones de dólares, de una duración extraordinaria (tres horas y nueve minutos), que retrata con seductor exceso el paso del cine mudo al sonoro en el Hollywood de los años 1920-1930. En un momento en que la industria solo tiene ojos para los superhéroes y las franquicias, el futuro cineasta de 38 años asegura que mantiene la fe...
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