Hace 40 años, concretamente el 24 de enero de 1983, falleció el director de cine estadounidense George Cukor. Se le etiquetó como director de actrices, pues supuestamente supo sacar las mejores interpretaciones a las actrices que trabajaron con él.
En los inicios del cine sonoro, Hollywood empezó a contratar a los profesionales de Broadway. Cukor fue uno de ellos. En 1929, comenzó a trabajar para Hollywood, colaborando con los directores que venían trabajando desde el cine mudo. Su primer encargo fue como director de diálogos en la película River of Romance (1929), de Richard Wallace para Paramount Pictures. Repitió como director de diálogos en la célebre Sin novedad en el frente (All Quiet on the Western Front, 1930), de Lewis Milestone.
Después empezó lo que sería su carrera como director. Primero, en 1930, como codirector en tres títulos, antes de empezar a dirigir en solitario. Estas películas fueron:
Grumpy (junto con Cyril Gardner).
The Virtuous Sin (junto con Louis J. Gasnier).
The Royal Family of Broadway (De nuevo, junto con Cyril Gardner).
Cukor, en 1932, abandonó la Paramount Pictures, tras el rodaje de Una hora contigo (One Hour with You), que había codirigido junto a Ernst Lubitsch. Tras abandonar la Paramount, David O. Selznick lo contrató y empezó a trabajar para la RKO. La celebridad llegaría a Cukor en este período, pues las películas que dirigió para la RKO obtuvieron éxito tanto de público como de crítica. Llegó a crear un tipo de película muy personal que fue conocida como comedia refinada, en la cual la mujer adquiría un carácter fuerte, sexista y cruel con su pareja. Lo de refinada se refería a la ambientación, pues generalmente los personajes se ubicaban como pertenecientes a las clases altas o profesionales y, por tanto, los decorados, podían responder a tal calificativo.
El protagonismo que adquieren los personajes femenino en el universo de Cukor es la razón por la cual al director se le ha definido como «director de actrices», apelativo, que, en vida, no le hacía demasiada gracia. Por otra parte, aunque sus películas lograsen premios, el trabajo de Cukor, en sus inicios, no obtuvo reconocimiento. Se le consideraba un director eficaz pero menor, pues se creía que el mérito de que sus películas obtuvieran buenos resultados estaba motivado porque se trataba, por lo general, de adaptaciones de grandes obras. Entre sus películas de estos años destaca Camille (La dama de las camelias, 1937) con Greta Garbo.
Greta Garbo y Robert Taylor en un fotograma publicitario de Camille (1936) |
Cukor pudo haber sido el director de Lo que el viento se llevó. De hecho O. Selznick le puso al mando en 1937 y pasó un año en las labores de preproducción de la película, e incluso llegó a ensayar con las actrices Vivien Leigh y Olivia de Havilland. No obstante, a Cukor le molestaron ciertos cambios de guion y al protagonista masculino Clark Gable le incomodaba la abierta homosexualidad de Cukor, pues el director, aunque discreto, nunca la ocultó. Ambas razones llevaron a O. Selnick a prescindir de Cukor. No obstante, continuó ayudando en la producción, ya que fue contratado para ensayar con Leigh y Havilland.
Cukor, pese a tal incidente, no tuvo grandes problemas en Hollywood; de hecho, el director contaba con gran cantidad de amigos entre los actores, directores y técnicos que lo visitaban con regularidad. En su casa, se celebraban grandes fiestas a las que estos acudían con asiduidad y, ya que no tenía familia propia, esta casa estaba decorada con las fotos de los que Cukor consideraba sus amigos.
De hecho, Cukor era amigo de sus amigos y fue fiel a los técnicos que intervenían en sus películas. Responsables de sonido, decoradores, directores artísticos, incluso maquilladores o responsables de vestuario solían repetir con Cukor.
La venganza de Cukor fue, como todo lo que él tocaba, refinada: ese mismo año, 1939 estrenó una película en el que no había ningún papel masculino. Mujeres (The Women) estuvo protagonizada por Norma Shearer, Joan Crawford, Paulette Goddard y Rosalind Russell. No hubo ningún hombre en el reparto.
Mujeres (1939) |
Aunque fueron muchas las actrices que trabajaron para Cukor, su musa fue, sin duda Katharine Hepburn, con quien rodó uno de sus grandes éxitos: Historias de Filadelfia (The Philadelphia Story, 1940). En los cincuenta, fue otra gran actriz Judy Holliday la que proporcionaría a Cukor grandes interpretaciones que convirtieron sus películas en clásicos, como Nacida ayer (Born Yesterday, 1950).
Por esta época, Cukor estrenó Ha nacido una estrella (A Star is Born, 1954) y, a raíz de este momento, compaginó sus peculiares comedias románticas (comedias refinadas) con melodramas de éxito.
Judy Garland y James Mason en Ha nacido una estrella (1954) |
Cukor en los años 1960 empezó a no ser tan regular, no porque decreciera su prestigio, sino que la progresiva desaparición del sistema de estudios hizo que muchas veces, no encontrase un proyecto que le llamase dirigir. Por esa fecha My Fair Lady (1964), con Audrey Hepburn, supondría la última gran producción en la que intervendría. Con 65 años, después volvería puntualmente para afrontar determinados proyectos, pero ya no con regularidad. En 1981, Ricas y famosas (Rich and Famous), fue la última película dirigida por Cukor.
Cukor murió a los 83 años; sorprendentemente, su último deseo fue ser enterrado junto a Frances Howard Goldwyn, viuda de Samuel Goldwyn, de quien dijo, en su testamento, haber estado enamorado toda la vida.
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