Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979), de Ridley Scott
De regreso a la Tierra, la nave de carga Nostromo interrumpe su viaje y despierta a sus siete tripulantes. El ordenador central, MADRE, ha detectado la misteriosa transmisión de una forma de vida desconocida, procedente de un planeta cercano aparentemente deshabitado. La nave se dirige entonces al extraño planeta para investigar el origen de la comunicación. Un hito de la ciencia-ficción que sigue las fórmulas de las películas de serie B de los años 1950 (de hecho se inspira en el clásico El terror del más allá (It, the Terror from Beyond Space (1958)) y del thriller de suspense. Ridley Scott, su director, estaba tan obsesionado en crear esta sensación que incluso hizo que los actores no supieran qué les iba a suceder durante el rodaje de algunas escenas, con la intención de que este efecto fuese lo más real posible. La criatura alienígena fue diseñada por H.R. Giger, un reputado pintor surrealista suizo que mezcla el cuerpo humano con elementos mecánicos. Giger, al contrario que Scott, siguió trabajando en algunas de las tres secuelas que siguieron a esta película, uno de los más importantes de su género de los últimos 50 años.
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