11. Mantícora (2022), de Carlos Vermut
Cuando uno ve una película de Carlos Vermut, se reafirma en la esperanza de que todavía existe vida inteligente en el planeta cine. Porque trata de recoger en sus creaciones a personas de carne y hueso, con problemas que de algún modo se dan en la sociedad y en las instituciones, aunque su narración acabe pegando un giro en sus últimos compases, de esos que no te alegran precisamente el día. Aquí, en la pareja protagonista, podemos ver reflejados a bastantes de nuestros coetáneos, que ven pasar un día detrás de otro, todos muy parecidos y grises, dedicándose tal vez a lo que les gusta y se les da bien, pero sin verdaderamente disfrutar, y adentrándose en una versión bastante descafeinada de lo que es el amor, aunque puedan reconocerse algunos de sus rasgos, como la ternura o la capacidad de sacrificio, a vece falta sencillamente la motivación profunda, un norte que marque el rumbo. Con este panorama, la rara palabra del título, "mantícora", que designa una criatura quimérica mitológica con diversas formas, deviene en adecuada metáfora de las distintas caras que mostramos (o no) en la vida.
12. Alcarràs (2022), de Carla Simón
Carla Simón bebió de recuerdos personales para su notable debut en el largometraje Verano 1993. Demuestra que aquello no fue flor de un día con otra película cuya trama también le es cercana, pero que es sin duda más ambiciosa a la hora de buscar atrapar el “modus vivendi” de una familia que se resiste a desaparecer. La directora y coguionista logra ser muy elocuente en su propuesta, donde mostrar y sugerir resulta más importante que poner palabras en la boca de los personajes. Resulta asombroso cómo una película con tantísimos personajes –sólo en la familia Solé, el abuelo y una hermana, tres hermanas, dos de ellas con sus cónyuges, dos adolescentes y cuatro niños– puede resultar tan íntima, y a la vez incluir muchos y variados sentimientos, de hombres y mujeres, con la experiencia de la vida del anciano, la frustración o resignación de sus hijos, la paciencia con el carácter fogoso del marido que blasfema todo el tiempo, el deseo de reconocimiento del progenitor, y la búsqueda de alternativas a un oficio, el de agricultor de melocotoneros, que no parece tener demasiado futuro, sería más lucrativa la energía solar, o la plantación de marihuana, la imaginación e inocencia infantil, que no entienden que se produzca la separación de los primos.
13. Benediction (2021), de Terence Davies
Drama biográfico que aborda la trayectoria del poeta inglés Siegfried Sassoon (1886-1967), quizá de excesivo metraje y ritmo desigual, pero escrito y dirigido muy sentidamente por su compatriota Terence Davies. Combatiente condecorado en la Primera Guerra Mundial, durante una convalecencia decide no volver a las trincheras, haciendo una declaración pública en la que muestra no sólo su rechazo al horror que ha visto, sino a las motivaciones de los que han mandado a tantos jóvenes a la muerte. En vez de llevarlo ante un consejo de guerra, deciden su ingreso en un psiquiátrico, donde hará buenas migas con el director y con uno de los huéspedes, con sensibilidad poética como la suya, Wilfred Owen. La trayectoria juvenil de Sassoon, con una homosexualidad que le toca vivir en las sombras, se alterna con la etapa de hombre maduro, en que toma decisiones como la de convertirse al catolicismo, y en que le vemos discutir con su hijo George y distanciarse de su esposa Hester Gatty.
Una película fascinante, una película irritante. Diferente, aunque los multiversos se han colado masivamente en el mundo de los superhéroes, y puede que lo que hoy es novedad, pronto nos resulte cansino. En cualquier caso, resulta de agradecer que una película de increíble diseño visual logre sorprenderte y mostrarse imaginativa, a estas alturas casi todo lo que nos ofrecen las pantallas, grandes, medianas y de dispositivos móviles, suena ya a “déjà vu”.
15. The Batman (2022), de Matt Reeves
Tras Monstruoso, Déjame entrar y dos secuelas de la saga de los simios, El amanecer del Planeta de los Simios y La guerra del Planeta de los Simios, Matt Reeves acomete la misión imposible de retomar al Hombre Murciélago en solitario tras los buenos resultados de Christopher Nolan. Opta por imitar el estilo de aquél, lo que supone un tono oscuro, y máximo realismo incluso cuando el protagonista utiliza tecnológicos gadgets, y no está de más tomar prestado algún elemento de Joker, de Todd Phillips. Y aunque la táctica da pie a una película amena con alguna persecución de coches destacada, o algún momento vistoso, como cuando el protagonista se arroja desde la azotea de la comisaría o el funeral de la catedral, se nota que no es lo mismo.
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