martes, 28 de marzo de 2023

Biografías de cine: James Dean (IX)

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Pero, un director tan solemne y respetable como Stevens sólo fue capaz de ver que la sólida familia texana de Gigante, era mucho mejor y más educada que el inquieto vecino que descubrió petróleo en sus campos y termina haciéndose multimillonario. Cada vez que Dean tiene una escena solo, como cuando mide su terreno dando pasos o se dejar mojar por el petróleo, su habilidad para llegar físicamente al espectador y para idealizar la soledad consigue insuflar vida a la película. 
Elizabeth Taylor y James Dean en Gigante (1956)
También se esforzó más por transmitir la idea del paso del tiempo y por parecer más envejecido que Rock Hudson y Elizabeth Taylor, quienes se limitaron a dejarse pintar algunas canas sobre unos rostros tan tersos y brillantes como al principio de la historia, y su interpretación nos permite ver algo que Stevens no supo apreciar ni valorar debidamente que el "don nadie" que se convierte en barón del petróleo es mucho más interesante y tan "americano" como los bienpensantes y autosatisfechos Benedict.
James Dean en Gigante (1956)
Cuando James Dean murió, François Truffaut reconoció que su forma de actuar no era psicológica ni se ajustaba siempre al texto. A pesar de su apariencia naturalista se trataba de una manera de interpretar esencialmente lírica que parecía construida sobre la marcha y sobre nuestros sueños. 
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