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Estas cualidades le crearon numerosos problemas en el teatro y televisión y dificultaron el rodaje de su última película Gigante (Giant, 1956). Pero tuvo la suerte de que sus dos primeros directores fuesen Nicholas Ray y Elia Kazan, ya que ambos lo necesitaban y supieron ponerse a la altura. Kazan contaba con la formación y la predisposición necesaria para comprender los métodos interpretativos de Dean. Y, lo que es más importante, la capacidad de improvisación de éste contribuyó a disminuir el sentimentalismo del que muchas veces se resiente las películas de Kazan.
Al este del Edén (East of Eden, 1955) constituye una impresionante glorificación de los tormentos y angustias de la adolescencia. En la adaptación, Kazan renunció al 90 por ciento de la voluminosa novela-río de Steinbeck y se concentró en la parte final, que convirtió en su propio psicodrama, en un espejo de su rebelión personal contra la figura del padre. En la Historia del cine, Al este del Edén fue el primer melodrama sobre adolescentes que denigraba la figura paterna, la reducía a simple receptáculo de las recriminaciones de un hijo incomprendido y desdeñado, cuyas razones no se ponían en cuestión en ningún momento.
Cal Trask es un tirano de los sentimientos, un "enfant terrible" que exige imperiosamente el amor de su padre, que intenta comprarlo y que movido por la envidia hacia su hermano (personaje que parece existir para sólo para darle la réplica), termina enfrentándolo al gran secreto de la familia, la existencia de una madre, a la que creía muerta y que dirige una casa de lenocinio. Puede que Cal no sea Caín, pero indudablemente posee una gran capacidad para complicarse la vida y crear situaciones melodramáticas. Con la colaboración de Kazan, Dean lo convirtió en un personaje imborrable, en el paradigma de la adolescencia atormentada.
Julie Harris y James Dean en Al este del Edén (1955) |
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