Prostitución, embarazo fuera del matrimonio o hoy homosexualidad en El caftán azul (Le Bleu du caftan, 2022). Fiel a su sutil toque que mezcla realismo social y poesía, la directora y guionista marroquí se esfuerza por cuestionar con delicadeza las costumbres de su país.
En El caftán azul, Maryam Touzani teje con infinita delicadeza una doble historia de amor. En las estrechas y antiguas calles de la medina de Salé, Mina ama desde hace mucho tiempo a su esposo Halim, un sastre, y Halim también la ama sinceramente, aunque oculta su homosexualidad al mundo. La llegada de Youssef, un joven aprendiz, a su pequeño taller, disgustará a la pareja.
Pocas veces tiene un drama sentimental tan íntimamente ligado la sensualidad y la muerte, los gestos precisos de un oficio -la paciente confección de caftanes, esas túnicas largas y ricamente bordadas- y los gestos amorosos. En 2019, el primer largometraje de la actriz y directora marroquí, Adam, ya se basaba en el número tres, con una pastelera viuda y madre de una niña, que acogía a una muy joven embarazada. Adam en la que denuncia la situación de "ilegalidad" de las mujeres solteras embarazadas en Marruecos y la exclusión social de las viudas que no quieren volver a casarse.
“La muerte está presente en todas mis películas”, explica Maryam Touzani. Cuando luchas por vivir a tu manera, también tienes que luchar por morir como quieres. Esta magnífica mujer de 42 años, compañera y coguionista del cineasta Nabil Ayouch, sabe utilizar la vía suave para sacudir la moral.
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