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Avec le sourire (1936), de Maurice Tourneur
Una de las películas más cínicas que existen… En lo más bajo de la escala social, Victor (Maurice Chevalier) llega a París, sin dinero, pero con su carita simpática. Al más alto nivel, Ernest (André Lefaur), director de un gran teatro de variedades, es un hombre íntegro, pero brusco. Como contamos con la vida de su personaje, al final de las aventuras suavemente conducidas por Maurice Tourneur, Ernest el brusco se convertirá en un vagabundo. Y Víctor, director de la Ópera. Sin embargo, solo habrá estado tramando. Y denunciar, amenazar, traicionar. Sí, pero con una sonrisa. Hasta el punto de hacerse popular entre las mismas personas a las que ha engañado... ¡El crimen se paga!
Un drama singular (Drôle de drame, 1937), de Marcel Carné
Quién se atrevería, en 2023, a imaginar semejante delirio: Irwin Molyneux (Michel Simon), un viejo y reservado botánico (aficionado a las mimosas) escribe secretamente sangrientas novelas negras bajo el seudónimo de Felix Chapel... Su mujer (Françoise Rosay), dispuesta a simular un secuestro para preservar el honor de la familia... Un obispo (Louis Jouvet), padre de doce hijos, que parte disfrazado de escocés en busca de una comprometedora foto autografiada por una bailarina desnuda... Un lógico asesino en serie (Jean-Louis Barrault): “A mi, me encantan los animales. Pero los carniceros los matan. Entonces, yo mato a los carniceros”… Sin olvidar a un lechero filosófico (Jean-Pierre Aumont): “Parece que besarte es una de las cosas que no se hacen. Pero, como lo hemos hecho, es porque está hecho. Y las cosas que hemos hecho, ¿por qué no volver a hacerlas?Interrumpido en su estreno, Un drama singular (dialogado por Jacques Prévert, bellamente dirigido por Marcel Carné) sigue siendo, incluso hoy, una máquina infernal impecable. Cuya moraleja la dice uno de los héroes, cansado de ver amontonarse sobre su cabeza catástrofes cómicas: "A fuerza de escribir cosas horribles, acaban pasando cosas horribles"...
Louis Jouvet y Michel Simon en Un drama singular (1937), de Marcel Carné |
Battement de cœur (1939), de Henri Decoin
Habíamos seguido a las dos heroínas de Mon Crime yendo a ver a Mauvaise Graine, porque una era fan de Danielle Darrieux. De todas las disparatadas comedias que enfiló la joven estrella en ese momento, la más exitosa fue Battement de cœur: interpretaba a una joven, escapada de un reformatorio, que acababa con un director de una escuela que enseña un oficio muy particular el de carterista (el genial Saturnin Fabre). En su serie Voyages à travers le cinéma français, Bertrand Tavernier, poco antes de su muerte, se había comprometido a rehabilitar a Henri Decoin, injustamente despreciado, según él, y durante años… Battement de cœur –la única comedia que puede rivalizar con los grandes éxitos de Hollywood– es, de hecho, una película de dos caras. Aparentemente, es una excelente película para sentirse bien donde Darrieux brilla. Pero, en off, por así decirlo, Decoin evoca un París donde reina la inseguridad (en un autobús, la heroína roba el alfiler de corbata de un diplomático, lo que precipitará su destino). Donde pululan los parados. Donde abundan los inmigrantes indocumentados. Visión oscura de un país en crisis, constantemente oculta bajo el encanto infinito de la trama y la actriz...
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