Curzio Malaparte, nacido Kurt Erich Suckert, fue un periodista, dramaturgo, escritor de relato corto, novelista y diplomático italiano. El apellido elegido para firmar sus obras, que utilizó desde 1925 y significa literalmente 'de mal lugar', es un juego de palabras con Buonaparte, en referencia a Napoleón Bonaparte.
Dos de sus obras se llevaron al cine:
- Un drama bélico, El Cristo prohibido (Il Cristo proibito, 1951), dirigida por propio autor, con Raf Vallone como protagonista. Tras terminar la segunda guerra mundial, Bruno (Raf Vallone), vuelve a su tierra tras haber sido puesto en libertad de un campo de prisioneros en Rusia. Su única motivación por esta vuelta, es vengar la muerte de su hermano fusilado por los alemanes al haber sido delatado por alguien del pueblo. Al llegar nadie quiere contarle quien fue el culpable (ni tan siquiera su propia madre), todos sus vecinos insisten en que se olvide del asunto, que todo es agua pasada y es mejor dejarlo estar. Una noche, uno de sus vecinos le dice que se asegure de que nadie le vea y que le siga a cierta distancia hasta su casa, pues tiene algo muy importante que contarle. La única incursión en el cine de Curzio Malaparte, que aquí acomete las labores de dirección, escritura del guión e incluso composición de la banda sonora. Un trabajo realmente meritorio si tenemos en cuenta que el resultado destila una enorme profesionalidad que sería premiada en el Festival de Berlín. La película se engloba dentro de ese ciclo de obras que muestran el trauma de posguerra, el momento en que los soldados vuelven a sus hogares teóricamente eufóricos al haber logrado la paz. Pero lo que nos muestra el film es que en el fondo esa ruptura entre guerra y paz es un tanto artificial, y los crímenes y errores cometidos durante la guerra no desaparecen de la noche al día.
- La piel (La pelle, 1981) dirigida por Liliana Cavani y protagonizada por Marcelo Mastroianni, Claudia Cardinale y Burt Lancaster. En el tramo final de la Segunda Guerra Mundial, Nápoles acaba de ser liberada por las fuerzas aliadas. La ciudad se encuentra sumida en la miseria. Entre las ruinas, las mujeres se prostituyen y ofrecen a sus hijos como mercancía sexual, los prisioneros alemanes son vendidos al peso y los tanques son desmontados en pleno centro por hábiles muchachos que buscan cómo sobrevivir en un panorama incierto, en el que nadie sabe todavía cuándo acabará la guerra y en el que lo único claro parece el hambre. En este desolador contexto se desarrolla la acción, protagonizada por Curzio Malaparte, capitán del Cuerpo Italiano de Liberación. Polémica –cómo no– incursión de Liliana Cavani en la postguerra italiana, más en concreto en la actuación de los soldados norteamericanos en las ciudades de Nápoles y Capri. En realidad se trata de hilvanar como se pueda una serie de historias con el denominador común de la guerra, muy bien ambientada con reminiscencias de cierto barroquismo del más puro estilo Fellini. Eso sí tiene algunos momentos francamente desagradables como el del soldado con las tripas fuera, el partisano espachurrado por un tanque y las torturas a los perros. Marcello Mastroianni encarna al escritor Curzio Malaparte (autor de la novela que da origen a la película), quien en su papel de oficial del ejército italiano ha de colaborar con los americanos en las funciones más extravagantes.
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