La película de Laura Citarella, una laberíntica búsqueda del tesoro en torno a la desaparición de una mujer, se intercala con eminentes referencias cinematográficas y literarias.
A priori, ¡esta película no tiene nada a su favor! El título es más incomprensible que misterioso: Trenque Lauquen (2022). Tiene una duración total de 250 minutos (dos episodios de más de dos horas cada uno). Este ambicioso ensayo está rodado en colores pálidos, casi desteñidos. Y, a modo de intriga, acumula pistas, algunas de las cuales conducen a callejones sin salida.
Excepto que es precisamente esta serie de trampas, enredos barrocos y acertijos vagamente locos lo que fascina. Firmada por Laura Citarella, Trenque Lauquen es la última incorporación de una productora argentina, El Pampero Cine, que desde 2002, fuera de los circuitos tradicionales, produce unos ambiciosos y dementes ovnis. En concreto La Flor (2018), dirigida por Mariano Llinás: un fresco de 13h 34m, con seis pícaros episodios que se sumergen alegremente en el abismo…
En Trenque Lauquen -de hecho, es el nombre de un pueblo a unos cientos de kilómetros de Buenos Aires- una joven desaparece. Laura trabajaba en la clasificación de plantas raras y escribía una columna en la radio local. Antes de desmayarse en la naturaleza, garabateó una palabra inquietante y romántica: "Adiós, adiós, me voy..."Su prometido, Rafael, la busca, al igual que Ezequiel, conocido por "Chicho". Iremos sabiendo, poco a poco (pero Rafael, él nunca sabrá nada de eso) que Chicho compartió con Laura un secreto del que nació su amistad amorosa. La joven lo había hecho cómplice, de hecho, de su extraño descubrimiento: escondidas en los libros de la biblioteca, Laura había encontrado las cartas de amor -locas, sensuales, excitantes- que una vez intercambiaron un profesor y un hombre casado... Laura había quedado fascinada por el destino de este fantasma del pasado, cuya identidad había logrado descubrir.
Laura (Laura Paredes) en Trenque Lauquen (2022) |
Esta correspondencia, súbitamente sacada a la luz, ¿había despertado otros secretos, otras amenazas? ¿Será por culpa de este zombi que Laura haya desaparecido? Chicho está convencido de ello, hasta que descubre una parte desconocida de la vida de su amigo: Laura se siente atraída por un extraño incidente: la presencia, alrededor de un lago y con un par de mujeres, de una criatura con ADN de caimán que se alimenta exclusivamente de extraños amarillos. flores…
Oscilando constantemente entre el thriller y la fantasía, la película está llena de referencias que podemos, ¡o no! – aprovechar al vuelo: el primer nombre de la heroína evoca irresistiblemente una película de Otto Preminger con una Gene Tierney posiblemente asesinada, Laura (1944). Rafael y Chicho buscan a la desaparecida como la pareja de La aventura (L'avventura, 1960), uno de los capítulos de la película de Laura Citarella retoma, además, el título de Michelangelo Antonioni. Por momentos, cuando la realidad revela un misterio insospechado, pensamos en Blow-Up (Deseo de una mañana de verano) (Blow Up, 1966), del mismo Antonioni, o Impacto (Blow Out, 1981), su variante americana imaginada por Brian De Palma...
Sobre la película también se cierne el mundo del novelista Jorge Luis Borges, en quien, como escribió Dominique Lebel, “lo imposible se opone a lo posible, lo visible a lo invisible”. Y cuya obra se basa “en laberintos, espejos, acertijos, enciclopedias y bibliotecas, como tantas representaciones del mundo”. La directora habla de la influencia que ejerció sobre ella el filósofo Henry David Thoreau y, en particular, su ensayo De la Marche: “Un viaje sin destino preciso, un paseo."
Rafa (Rafael Spregelburd) en Trenque Lauquen (2022) |
Pero la referencia esencial sigue siendo Jacques Rivette. Sus largometrajes tortuosos, torturados y abarrotados de sociedades secretas y conspiraciones al estilo Balzac (Out One: Noli me tangere, 1971). Las largas andanzas en París de un ex convicto y un vagabundo, perseguidos por una fuerza policial paralela (Le Pont du Nord, 1981). Sin olvidar, por supuesto, el complejo y delirante viaje de un bibliotecario-mago y un mago bailarín que se infiltran en una divertida obra de teatro, representada cada noche en una casa abandonada por seres extravagantes: apariciones, sin duda, Céline y Julia van en barco (Céline et Julie vont en bateau, 1974).
Y de pronto, a través del espacio y del tiempo, el 7 bis, rue du Nadir-aux-Pommes, inventado por Rivette en Céline y Julia…, parece trasplantado, por la magia del cine, en algún lugar de Argentina, en los suburbios de un Trenque Lauquen soñado por Laura Citarella…
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