La reina Cristina de Suecia (Queen Christina, 1933), de Rouben Mamoulian
En el curso de un fortuito encuentro, el embajador de España, don Antonio Pimentel (John Gilbert), y la reina Cristina (Greta Garbo), pacifista y progresista, se enamoran. El pueblo y la corte deseaban ver casada a su reina con el príncipe Carlos (Reginald Owen). Una intensa nevada reúne a Pimentel y a Cristina en un albergue, donde ésta, vestida con atuendo masculino, se ve empujada a compartir habitación con el español. El tesorero real Magnus (Ian Keith), rechazado por la reina, amotina al pueblo contra el español, y la reina tendrá que intentar salvarle.
Esta interpretación de la famosa reina del siglo XVII está considerada la mejor de Greta Garbo, que aún se tambaleaba por el difícil salto al cine sonoro. Una película memorable, con unos diálogos intelectuales y poéticos, y unas escenas prodigiosas en cuanto a creatividad visual del director Rouben Mamoulian. El final ocupa un puesto de honor en la historia del cine. La reina Cristina, en la proa del barco, dice: "Toda mi vida he sido un símbolo, un símbolo de trueques inmortales, una abstracción".
Sueño cinematográfico, hermoso y barroco, de belleza indescriptible y uno de los más románticos de todos los tiempos. Una de las mejores películas de Greta Garbo, que realiza aquí una interpretación inolvidable.
En el Festival de Venecia de 1934 fue nominada a Copa Mussolini.
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