2.- Memorias de África (Out of África, 1985)
La acción se desarrolla en 1914 y nos presenta a la escritora Karen Blixen (interpretada por Meryl Streep), una mujer fuerte y decidida que junto a su marido (Klaus Maria Brandauer) posee una plantación de café en Kenia. Ella se enamora rápidamente del continente y sus gentes. Un día conoce a un misterioso cazador blanco (Robert Redford) por el que no puede evitar sentirse atraída. Juntos vivirán una fuerte pasión. Uno de los más memorables romances épicos del cine de los años 1980, ganadora de 7 Oscar en 1985: mejor película, director, guión, fotografía, música, dirección artística y sonido. Se trata de una de las mejores películas del tándem formado por el realizador Sydney Pollack y el actor Robert Redford, entre las que también figuran Los tres días del Cóndor o la siguiente que vamos a comentar, Las aventuras de Jeremiah Johnson. En esta ocasión, Pollack adapta varios libros de la escritora danesa Isak Dinesen, en los que narra sus recuerdos de su estancia en tierras africanas. La carga nostálgica es tremenda, los diálogos están soberbiamente escritos y la inolvidable música es obra del magistral compositor John Barry. Quienes han estado allí, dicen que la belleza y las gentes del continente negro jamás se olvidan. Esta película es paradigma de ese sentimiento, pero hay muchos otros filmes que han captado también ese aspecto. Entre ellos, Soñé con África (I Dreamed of Africa, 2000), con Kim Basinger y En un lugar de África (Nirgendwo in Afrika, 2001), Oscar a la mejor película extranjera) también transmiten el poder con que África atrae a sus visitantes.
1.- Las aventuras de Jeremiah Johnson (Jeremiah Johnson, 1972)
Antes de que Kevin Costner bailara con lobos y Leonardo di Caprio renaciera, Robert Redford, un hombre del lejano Oeste, hizo lo propio con osos en Las aventuras de Jeremiah Johnson. En efecto, el actor da vida al personaje del título, un hombre que abandona la civilización para vivir en comunión con la naturaleza, viviendo de la vegetación y de los animales que caza. No es tan sencillo, pero por suerte tendrá como maestro a un trampero, que le dará algunas lecciones de gran valor. Él no pretende molestar a nadie, pero como se mueve en la frontera con territorio indio, se va a convertir en sujeto de disputa entre guerreros Crows que pretenden demostrar el valor que poseen a su costa. Sydney Pollack entregó una fabulosa película, en la que fue la segunda de las siete en que trabajó con su actor fetiche Robert Redford. Antes de rodarse se barajaron varios nombres, entre ellos los de Sam Peckinpah como director, y Clint Eastwood como protagonista. La película contiene no sólo una mensaje de corte ecologista, de amor a la naturaleza, sino que habla del choque de civilizaciones, y de la posible armonía entre las mismas. En el primer apartado, tenemos lo que se ve como una profanación de territorio sagrado indio; en la otra cuestión está la esposa india del protagonista. También se aborda el tema de la soledad, que a larga siempre es mala, el ser humano necesita compañía. La película, basada en una novela de Vardis Fisher, se inspira en un auténtico trampero llamado John Johnston, y que recibió apodos tan siniestros como los de “Matador de Cuervos” y “Comedor de Hígados Johnston”. La etiqueta le vino de la “peculiar” costumbre de matar indios Crows y comerse sus entrañas, como venganza por el asesinato de su esposa. Curiosamente, después de estrenarse la cinta el cuerpo de Johnston fue trasladado a Wyoming para recibir un nuevo enterramiento, y Robert Redford asistió al acto funerario.
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