Con juguetes parlantes, robots recolectores de basura y músicos inolvidables, aquí están las películas de Pixar que obtuvieron la calificación más alta en opinión de los espectadores:
1. Coco (2017), de Lee Unkrich y Adrian Molina
Pixar volvió a demostrar su capacidad de arriesgar con sus historias animadas, tras transitar con las secuelas, Cars 3 y Buscando a Dory. Lo hace abordando una imaginativa trama que hunde sus raíces en la cultura mexicana, las celebraciones de recuerdo de los seres queridos el Día de Muertos. México ha sido el primer país en estrenar Coco, donde rápidamente se ha convertido en la película más taquillera de su historia. El punto de partida es una familia sobre la que pesa una ruptura matrimonial del pasado, el marido dejó a su esposa y a su hijita Coco para triunfar en el mundo de la música, con su voz, sus canciones y su guitarra. Han pasado varias generaciones, en que la familia, que ha proscrito la música, honra a todos los antepasados menos a ése. Pero el pequeño Miguel tiene talento musical, y se siente impelido a seguir el camino del que abandonó su hogar. Su mágica llegada al reino de muertos le dará una visión más completa de las cosas, un camino a la madurez.
2. WALL-E (2008), de Andrew Stanton
Noveno largometraje de la compañía Pixar, que viene animándonos la vida desde su Toy Story de 1995. Desde aquel año han sido muchos los protagonistas de sus historias: juguetes, insectos, peces, monstruos de pesadilla, coches, superhéroes, ratas... Ahora le toca el turno a un pequeño y simpático robot, cuya historia está ambientada en un futuro muy, muy lejano. Pero más allá del protagonista, esta vez la gran osadía de Pixar ha sido atreverse a estrenar una película de dibujos animados prácticamente muda. Durante la primera media hora no se pronuncia ni una palabra y aun así la cosa funciona. El no va más. El planeta Tierra está desolado por la contaminación y se ha convertido en un gran basurero de desperdicios. No hay allí ni un solo ser humano y ningún ser vivo es capaz de subsistir en tales condiciones ambientales. Un estremecedor paisaje de escombros se extiende hasta el horizonte. Lo único que se mueve por ese desierto de residuos es un pequeño robot llamado WALL-E, que se dedica a amontonar en forma de edificios las ingentes cantidades de desechos, como si fuera el arquitecto de una apocalíptica ciudad en ruinas. Su monótona existencia cambia cuando los humanos –que ahora viven en una enorme y alejada estación espacial– envían a la Tierra otro robot, mucho más sofisticado, con la misión de buscar cualquier signo de vida natural.
3. Up (2009), de Pete Docte
Joya animada de Pixar. Obra maestra sin paliativos. Se superan en cada película, hasta poner cada vez más alto el cielo de la perfección. Toda alabanza es poca para las películas de animación que vienen llegando desde aquel año 1995 que alumbró Toy Story. John Lasseter y sus chicos han logrado el increíble milagro de acertar desde entonces con cada uno de los diez largometrajes que han entregado. La clave, por supuesto, es una buena historia, que se entrega con un maravilloso sentido artístico de la animación. Carl Fredericksen es un anciano al que, desde que enviudó de su amada Ellie, los achaques le pesan más que nunca. Muy enamorado de su mujer, le quedó la espinita de no haber cumplido el sueño común, que se remontaba a la infancia, de hacer un viaje aventurero a las Cataratas del Paraíso en Sudamérica. Ahora ese sueño parece más lejos que nunca. Y por si fuera poco, la linda casita que Ellie y Carl convirtieron en hogar, se ha convertido en una especie de islote en medio de un montón de obras que pretenden levantar alrededor imponentes rascacielos. Cuando por mandato judicial, Carl está a punto de ser trasladado a una residencia de ancianos, pone en marcha un increíble plan, inspirado en su antiguo oficio de vendedor de globos: con una increíble nube de globos inflados con helio logra arrancar la casa de sus cimientos, y con pericia que envidiarían los mismísimos hermanos Montgolfier, emprende rumbo, volando, a Sudamérica. Lo que no sabe es que se le ha colado a bordo un polizón: Russell, un chico explorador, al que le falta la prueba de haber ayudado a una persona de la tercera edad para convertirse en Explorador Intrépido.
4. Toy Story 3 (2010), de Lee Unkrich
Los creadores de Toy Story y Toy Story 2 abren de nuevo el baúl de los juguetes y nos traen de vuelta a la pandilla. Andy se ha hecho mayor y se prepara para marcharse a la universidad, lo que provoca la preocupación de Buzz, Woody y el resto de la banda por su incierto futuro. Dirigida por Lee Unkrich (co-director de Toy Story 2 y Buscando a Nemo), Toy Story 3 es una divertidísima aventura nueva en 3D que hace aterrizar a nuestros amigos en una guardería llena de críos salvajes que inmediatamente ponen su dedos pringosos en sus nuevos juguetes. Éstos tratan de mantenerse juntos en esta caótica situación asegurándose de que ningún juguete se queda atrás. Andy, el dueño de Woody, Buzz Lightyear y el resto de entrañables juguetes, está a punto de marchar de casa e irse a la universidad. La inquietud resulta palpable, pues su destino, siendo Andy todo un mozarrón, es incierto, podría acabar en el desván, en el mejor de los escenarios, o simplemente, en el cubo de la basura. Pero no, tras diversos avatares acaban donados a una guardería, que de entrada promete ser una especie de paraíso, donde nunca faltan los niños; y no importa que crezcan, pues enseguida viene el reemplazo. No sospechan que entre los juguetes del lugar, que les acogen con los brazos abiertos, se oculta un siniestro y traumatizado personaje, que gobierna la guardería con mano de hierro, decidiendo el destino de unos y otros juguetes. Aquello es una especie de prisión, de la que el grupo tratará de escapar.
5. Toy Story (1995), de John Lasseter
Producir el primer largometraje de animación digital de la historia era una empresa más arriesgada de lo que parecía. Pero John Lasseter, máximo responsable de Pixar, tenía claro que no bastaba con su avanzada y sorprendente tecnología. El secreto estaba en un guión ingenioso, crónica de una crisis de identidad. La que sufre Buzz Lightyear, convencido de que es un héroe galáctico, pero que en realidad es un juguete, que ha dejado en un segundo plano a la posesión más preciada de Andy hasta el momento, el sheriff Buddy.
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