jueves, 12 de octubre de 2023

Homenaje a Akira Kurosawa, en el vigésimo quinto aniversario de su fallecimiento (V)

(cont.)

Sanjuro (Tsubaki Sanjuro, 1962)

En la época Takugawa del Japón medieval, un grupo de jóvenes samuráis está cansados de la corrupción que reina en su ciudad. Y no saben a qué carta quedarse, si a del tío de uno de ellos, chambelán serio y distante, o a la de otro gran señor, más asequible. La aparición de Sanjuro, un guerrero de personalidad arrolladora, les ayudará a poner orden. Una de las obras mayores de Akira Kurosawa y su actor fetiche, Toshiro Mifune. El personaje de Sanjuro posee una gran fuerza, y contrasta con los jóvenes guerreros algo alocados, que tienden a actuar a tontas y a locas. Él piensa, y aunque su actitud es algo chulesca, el equivalente a un `John Wayne´ de ojos rasgados, casi siempre acierta. Mifune imprime humanidad al personaje, por ejemplo en la escena en que la esposa del chambelán, que ha calado su personalidad, le define como "una katana desenvainada". Aquel comentario -o su mención de las camelias- toca su fibra sensible, y por ello cuando más adelante hinca la rodilla en el suelo y ofrece su espalda a la señora para sortear un muro, lo hace como reconociendo su grandeza. Tras una apariencia rocosa, hay un gran corazón. El cine es pura aventura, y abunda en escenas de acción y suspense. La música de Masaru Sato ayuda, y mucho, a componer la atmósfera de la película, y el director sabe sacar todo su partido al formato panorámico y a la fotografía en blanco y negro. Está además presente uno de los temas favoritos de Kurosawa: el de la búsqueda de la verdad, unido a las engañosas apariencias, que tienen su colofón en el comentario del chambelán acerca de su `cara larga´, que inspira poca confianza, lo que provoca las risas de los reunidos ante él.

El infierno del odio (Tengoku to Jigoku, 1963)

El hijo de Gondo, un empresario, ha sido secuestrado. La cantidad que exigen los captores es la que el tipo tenía reservada para cerrar un importante negocio. Gondo no duda en sacrificar ese dinero, pero las cosas cambian cuando se entera de que los secuestradores han cometido un error: el niño que tienen en su poder es el hijo de su chófer. Con formato de thriller, e incluso de cine negro, Akira Kurosawa plantea un interesante dilema moral. Y Toshiro Mifune pone rostro al hombre enfrentado a una situación límite, que debe probarse a sí mismo que la vida de cualquier ser humano resulta preciosa.

Barbarroja (Akahige, 1965)

El doctor Yamamoto es un joven arrogante, que no está muy contento de acudir a ejercer la medicina en un entorno rural. El carismático doctor Niide, apodado "Barbarroja" y director de la clínica donde va destinado, le va a enseñar un par de valiosas lecciones acerca de cómo tratar a los enfermos, viendo personas concretas en cada uno, con sus dramas íntimos e irremplazables. Canto humanista a la profesión médica, cuya admiración ya plasmó Akira Kurosawa en El ángel ebrio. Ésta fue la última película rodada en blanco y negro por el maestro, y marcó además el final de su colaboración con el actor con el que más se le relaciona: Toshiro Mifune. Al parecer ambos tuvieron diferencias en el enfoque del doctor Niide, al que daba vida Mifune.

Dodes 'Ka-Den (Dodeskaden) (Dodes 'Ka-Den - Dodesukaden, 1970) 

Mirada del lúcido humanista que es Akira Kurosawa a una barriada pobre de Tokio. El cineasta se fija sobre todo en Rokkuchan, un joven retrasado pero que siempre luce una sonrisa en la cara, y que tira un carro que sólo existe en su imaginación.
Kurosawa adaptó un relato de Shuguro Yamamoto, autor en el que ya se había fijado para Sanjuro y Barbarroja. La película tiene algo de denuncia social, pero dirige su mirada sobre todo hacia el espíritu humano que destaca en todas las circunstancias, incluidas las propias de la miseria. Hay algo de melancolía pesimista, y, al contrario de lo que podría creerse, no adopta un tono realista, sino más bien simbólico e incluso onírico, bien apoyado en la colorista fotografía y en la banda sonora.

Dersu Uzala (El cazador) (Dersu Uzala, 1975)

La historia de una hermosa amistad. Más allá de los hermosos parajes de Siberia donde transcurre la acción, magníficamente fotografiados. Más allá incluso de la necesaria advertencia, teñida de ribetes ecológicos, acerca de la pujante civilización que transforma los lugares más bellos en… otra cosa. El gozne sobre el que verdaderamente gira esta obra maestra de Akira Kurosawa es la maravillosa relación que se establece entre el capitán Vladimir Arseniev, explorador del ejército ruso, y Dersu Uzala, un nativo siberiano al que conoce casualmente, y que le sirve como guía en sus esfuerzos por trazar un mapa topográfico. Basada en una historia real, que plasmó en un diario el propio Arseniev. Akira Kurosawa siempre ha demostrado ser un auténtico maestro en humanidad. Pero quizá fue en este film en el que alcanzó la cota más alta en el mencionado campo. Pues logra perfilar la enorme personalidad de Arseniev y, sobre todo, Uzala, de modo asombroso. Inicialmente, el cazador Uzala, que vaga por la estepa y bosque siberianos, parece un tipo más o menos pintoresco, una curiosidad viviente que resulta útil a los soldados rusos. Pero pronto Arseniev y los otros hombres descubren a un personaje de una pieza: sacrificado, amante de la naturaleza, capaz de poner en riesgo su vida para salvar al capitán. Todo ello contribuye a estrechar los lazos entre estos dos hombres. Con toda justicia, la película se llevó el Oscar al mejor título extranjero, además del premio principal del Festival de Moscú. Coproducción ruso-japonesa, destaca el trabajo de los actores principales, Maksim Munzuk y Yuri Solomin, que unido a una fotografía deslumbrante, presenta de modo perfecto la amistad de estos dos hombres, y su muy especial comunión con la naturaleza. En la película flota todo el rato un halo de tristeza, que se acrecienta, cuando las facultades de “jinete libre y salvaje” de Uzala empiezan su declive. El cazador interpreta el ataque de un tigre como la respuesta de la naturaleza al ataque del que está siendo objeto por parte del hombre. Su vista empieza a estar gastada. Arseniev, que se reencuentra con su viejo amigo tras muchos años, le ofrece techo: su casa es la casa de Dersu. Pero la adaptación al nuevo entorno no es fácil, como tampoco lo es aceptar la vejez.
(cont.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario