Tanto los aficionados como los críticos han quedado impresionados por estas películas de ciencia-ficción ganadoras del Oscar por su impresionante trabajo técnico y su narración fuera de este mundo. Adentrémonos en lo desconocido con 'Alien', 'Star Wars: Episodio V - El Imperio Contraataca', 'Terminator 2: El Juicio Final', 'The Matrix' y 'Inception'.
Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979), de Ridley Scott
En el verano de 1979 algo cambió en el cine. Nunca hasta entonces una película de ciencia ficción había sido tan siniestra y terrorífica, nada que ver con la claridad cristalina, aséptica y también inquietante de la película con mayor impacto del género: 2001: una odisea del espacio. La historia de Alien fue concebida por Dan O'Bannon, quien se inspiró en dos antiguas películas, El terror del más alla (It: The Terror From Beyond Space, 1958) y Ten Little Indian in Space. El guión llegó a una pequeña productora recién fundada llamada Brandywine. Sin embargo, uno de los productores, el entonces joven director Walter Hill, se dio cuenta de que no podría afrontar el presupuesto y acudió a la Fox para que tomara el mando del proyecto. Hill era la primera opción para dirigir la película, pero otro de los productores propuso el nombre de Ridley Scott. Por aquel entonces, Scott sólo era conocido por sus trabajos publicitarios y por haber realizado la estupenda Los duelistas (The Duellists, 1977) a las órdenes del prestigioso productor inglés David Puttnam.
Sigourney Weaver en Alien, el octavo pasajero (1979) |
Star Wars: Episodio V - El Imperio Contraataca (Star Wars: Episode V - The Empire Strikes Back, 1980), de Irvin Kershner
Tras el descomunal éxito obtenido con La guerra de las galaxias, en la que el estudio no confiaba en absoluto, la Fox destinó la entonces friolera de 30 millones de dólares a financiar su primera secuela. Así, George Lucas y sus técnicos de la Industrial Light & Magic consiguieron recrear mucho mejor el universo imaginado por el cineasta. Además, la película profundiza más en la psicología de los personajes y se introducen paralelismos con mitos del imaginario popular, como el Rey Arturo o Hamlet. Todo ello hizo que muchos de los seguidores de la saga considerasen esta película como el más logrado de la trilogía original, y que se convirtiera en uno de los más taquilleros de toda la historia del cine.
Yoda en Star Wars: Episodio V - El Imperio Contraataca (1980) |
Terminator 2: El Juicio Final (T2 - Terminator 2: Judgment Day, 1991), de James Cameron
James Cameron supo dar una nueva vuelta de tuerca a la saga Terminator, convirtiendo esta vez a Arnold Schwarzenegger en el bueno de la función. El director y guionista sabe sacar partido al concepto de un robot que aprende a tener alma, frente a unos hombres que la están perdiendo. Otras ideas como el esfuerzo por evitar el holocausto nuclear y los sacrificios que conlleva (a veces, la propia vida) dan a este film de acción una hondura no habitual en el género. Terminator 2 supuso toda una revolución en el campo de los efectos visuales gracias a T-1000, el robot que adopta todo tipo de formas. La imagen del embaldosado que se incorpora del suelo con forma humana, o la “madre adoptiva” con su brazo-cuchillo atravesando a “su esposo” son impresionantes.
Arnold Schwarzenegger y Edward Furlong en Terminator 2: El Juicio Final (1991) |
Matrix (1999), de Lana Wachowski y Lilly Wachowski
Nada es lo que parece. He aquí una premisa que ha inspirado con frecuencia la narración fílmica. Los hermanos Larry y Andy Wachowski (Lazos ardientes) la agarran fuerte para convertirla en marco de una inspirada trama de ciencia ficción. No es el único film reciente que maneja esta idea (piénsese en títulos como Abre los ojos, eXistenZ y, más lejano en el tiempo, Desafío total); pero Matrix sabe atornillarla aún más. Que los Wachowski jueguen con la idea de qué es realidad y qué sueño o ficción se revela muy acertado en los tiempos que corren. Tanta gente lleva una vida anodina que no es vida… Sin ideales y amores duraderos, encerrados en el caparazón del propio egoísmo, con la mente narcotizada por paraísos que se revelan limitados…
Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss en Matrix (1999) |
Origen (Inception, 2010), de Christopher Nolan
Christopher Nolan, guionista y director de la película, prueba de nuevo -recuérdese que es el responsable de Memento, Insomnio, El truco final y El caballero oscuro- que es uno de los cineastas más creativos de la actualidad. No necesita acudir al 3D -pero sí a los efectos visuales- para entregar una historia imaginativa, de increíbles cualidades hipnóticas, sólida en su compleja arquitectura narrativa, y, para qué negarlo, difícil de seguir. En tal sentido el mérito es lograr que el espectador no se pierda demasiado, entienda el meollo de la cuestión -la tentación de evitar la realidad entreteniéndose en otros mundos más atractivos pero no verdaderos, al estilo Matrix- y vibre con la inmersión en el mundo de los sueños en tres niveles, donde el riesgo de no despertar, y las soluciones improvisadas a los obstáculos que surgen, proporcionan muchas emociones. De modo que hasta los pasajes oscuros, más que indignar, animan debates sobre el significado de tal o cual pasaje, e invitan a revisar la cinta. O sea, hay decir que Nolan apela a la inteligencia del espectador, no subestima su capacidad de esforzarse por entender, algo muy agradecible en el mundo de filmes planos que habitualmente entrega Hollywood.
Leonardo DiCaprio en Origen (2010) |
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