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6. Silencio (Silence, 2016)
Inspirada adaptación de la novela de Shusaku Endo a cargo de Martin Scorsese, quien firma el guión con su habitual colaborador Jay Cocks, algo poco habitual, no asumía este rol en un largometraje desde 1995 con Casino. Más allá de trastear aquí en la polémica despertada por ese film, resulta obligado señalar que en Silencio encontramos una visión más trabajada y honda del cristianismo, Scorsese ha interiorizado los temas propuestos por una novela difícil y oscura, pero también esperanzada, que aborda la idea de predicar el evangelio y no ser entendidos por personas de distinto bagaje cultural, con esquemas mentales muy diversos, esa “ciénaga de Japón”, donde las raíces de lo plantado se pudren. Y en su nueva madurez, 74 primaveras cuenta el cineasta, parece haberse visto retratado en los misioneros que a veces no logran hacerse entender, algo que a él también le habría ocurrido con su modo de abordar la figura de Cristo hace casi 30 años. Sorprende la fidelidad de Scorsese a Endo, que pinta con acierto la sencillez de los campesinos y su fe elemental y recia, que les lleva a confiarse a los “padres”. También el tremendo dilema de rechazar la fe por las torturas con que amenazan los perseguidores, que afecta tanto a los nativos como a los misioneros. En el caso de los segundos la tentación es más cruel y con muchas capas, pues la amenaza de matar a los fieles, independietemente de que abjuren o no, pesa sobre los jesuitas, que salvarían sus vidas si lo hicieran ellos; y el silencio de Dios hace la prueba aún más difícil...
7. Alicia ya no vive aquí (Alice Doesn't Live Here Anymore, 1974)
Primer trabajo de cierta entidad en Hollywood de Martin Scorsese, alejado de los ambientes barriobajeros y gangsteriles que el cineasta conoció de primera mano, pero al mismo tiempo pegado a esos mismos tipos humanos populares, pues pinta bien el ambiente de carretera, los moteles y cafeterías, el mundo de camareras desbordadas. Ya da pruebas de su dominio de la puesta en escena, con la escena de arranque que simboliza la felicidad de la infancia, casi un guiño a El mago de Oz, y cuando la protagonista canta y toca el piano; incluso la conversación íntima en la cafetería delante de todo el mundo, que podría ser sonrojante y dulzona, se saca adelante con brío. Sorprende la sensibilidad para atrapar un universo femenino, donde toca conciliar la recuperación de cierta independencia, con la necesidad de cuidar a un chaval bastante bocazas y poco disciplinado; no deja de estar presente la típica violencia de Scorsese, en las reacciones de su primera nueva relación sentimental, y trata con realismo las dificultades de crear nuevos vínculos afectivos cuando ya se tiene cierta edad y eres una madre soltera. Ellen Burstyn está sensacional en su papel, y por ello ganó el Oscar a la mejor actriz. Destacan también las interpretaciones de Kris Kristofferson y de Harvey Keitel, los dos intereses románticos de la protagonista, pero también Diane Ladd, como la camarera basta, que acaba mostrando su lado sensible y amistoso. Entre los niños están Alfred Lutter III, el hijo, de corta carrera fílmica, y Jodie Foster, que repetiría con Scorsese en Taxi Driver.
8. Gangs of New York (2002)
En la trama de la película se pueden observar claramente dos niveles. Por un lado está el trasfondo histórico, que Scorsese interpreta en clave ideológica con su tesis “América está construida sobre la violencia”, en una línea muy a lo Hobbes y su célebre aforismo “El hombre es un lobo para el hombre”. Y, en un esfuerzo por abarcarlo todo, se suceden hechos como la llegada masiva de inmigrantes irlandeses, los disturbios en Five Points, el estallido de la guerra de secesión con el consiguiente reclutamiento forzoso de soldados. Lo que convierte las calles de Nueva York en una enorme olla a presión a punto de explotar. A todos estos elementos se suman los enfrentamientos étnicos (donde el origen y la religión se convierten en señas de identidad), sociales (los pobres no tienen más remedio que alistarse, los ricos pueden evitarlo pagando una alta suma de dinero) y políticos (va a haber elecciones en la ciudad). El esfuerzo de Scorsese por ofrecer un fresco del Nueva York del siglo XIX necesita, obviamente, de una historia con unos personajes. Y Scorsese y su equipo de guionistas han imaginado una que pivota alrededor de Amsterdan y sus planes de venganza. El joven, un tipo habilidoso, se las apaña para entrar en el círculo más próximo de Bill “el carnicero” (Daniel Day-Lewis). Pero no puede prever que entre ambos va a surgir una curiosa relación paternofilial, donde Bill ve en Amsterdam algo más que un secuaz competente. Esto conduce a conductas muy, muy inesperadas, por parte de Amsterdam.
9. Malas calles (Mean Streets, 1973)
Tras rodar la interesante Who's that Knocking at my Door? y trabajar para el rey del cine independiente, Roger Corman, en Boxcar Bertha, Scorsese saltó a la primera línea del panorama cinematográfico gracias a esta película que mezcla dos de sus obsesiones más fructíferas: la vida en las calles marginales de Nueva York y las relaciones entre los miembros de la mafia. Malas calles significó también el debut cinematográfico del actor Harvey Keitel, así como la primera colaboración entre Robert De Niro y el director, que volverían a formar pareja en títulos inolvidables como Taxi Driver, Toro salvaje o Uno de los nuestros. El tema principal viene dado por las relaciones entre sexo y pecado, pecado y perdón, trasgresión y culpa, religión y conducta humana. El protagonista, abrumado por los escrúpulos, desarrolla comportamientos ansiosos que le llevan a jugar con el fuego que purifica, la abstinencia sexual y la generosidad que cree que le aporta méritos para descargar las culpas. Adicionalmente explora cuestiones relativas a la violencia de los adolescentes, al espíritu destructivo de los jóvenes, a la redención y al perdón, a las relaciones entre insatisfacción y violencia, etc. Presta especial atención a los personajes que protagonizan la historia, por lo que algunos atribuyen al film la condición de obra de personajes. La historia incorpora trazos autobiográficos, que Scorsese explica con fervor y una calidez que trasmiten al discurso proximidad y verosimilitud. La narración se desarrolla a partir del recuerdo nostálgico de una experiencia vital entrañable, exenta de sentimentalismos y de complacencia. Presenta el barrio de infancia y juventud con exhuberancia y humor. Retrata una comunidad que se siente singular y cultiva sus costumbres, fiestas y celebraciones, como la de San Gennaro. Las calles de la zona se muestran depositarias de sonidos, ruidos, rumores, voces y armonías, que identifican al colectivo que las habita.
10. New York, New York (1977)
La historia de un amor desgraciado, él un saxofonista, ella una cantante, en los años que siguen a la Segunda Guerra Mundial. Es bien sabido la pasión de Martin Scorsese por la música: basta ver las selecciones de temas musicales de sus filmes, o su asociación con grandes nombres de las bandas sonoras. En este película también da pruebas de ello al abordar el género musical. Lo hace con una trama romántica que, fiel a sí mismo, no puede concluir felizmente. En cualquier caso, el italoamericano mira con nostalgia a toda una época, y arriesga con la media hora final de la película, completamente musical, pero que dice mucho de los personajes y su drama. Destacan, claro está, las composiciones de la pareja protagonista. Robert De Niro encarna con aplomo al tipo que sacrifica todo a su ambición con el saxo. Mientras que Liza Minnelli, que ya había sobresalido en Cabaret, canta a las mil maravillas. Su interpretación del tema principal, New Yok, New York, ha quedado para la historia. Obra magna del cine de todos los tiempos, producida por Irwin Winkler y dirigida por Martin Scorsese, en la que rinde homenaje a los musicales clásicos de los años 1940 y 1950 (Cantando bajo la lluvia, Melodías de Broadway 1955, Cita en San Luís, etc.), al hilo de una historia que narra las peripecias de las bandas de música de la época, la difícil historia de amor entre los protagonistas y el triunfo de ambos tras la ruptura. También constituye un homenaje a su ciudad natal, que dibuja con cariño y pasión. Es, además, un homenaje a la música, a los músicos y a las bandas de música que, con fatigas, transportaron a lo largo y ancho de Estados Unidos motivos de baile y alegría en los años que para ellas fueron los de mayor esplendor.
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