(cont.)
11. La invención de Hugo (Hugo Cabret, 2011)
París, tras la Primera Guerra Mundial. El pequeño Hugo Cabret, que ha heredado de su padre el gusto por los inventos, se ha quedado huérfano. Y tras desaparecer su viejo tío borrachín, que se ocupaba del mantenimiento del reloj de la estación de tren, vive solo en la torre, junto a la complicada maquinaria que ayuda a marcar las horas, sin que nadie lo sepa. Toda su ilusión es poner en marcha un autómata que andaba reparando su padre, y que cree que le ayudará a dar un sentido a su vida. Le ayudará Isabelle, que siempre ha deseado vivir una ventura, y se encuentra bajo la tutela de sus padrinos Georges y Jeanne. El viejo Georges regenta una tienda de juguetes mecánicos, de la que de vez en cuando Hugo birla piezas, y está amargado por algún suceso indeterminado del pasado. Imaginativa adaptación de un libro infantil de Brian Selznick -pariente del mítico productor David O. Selznick-, con guión de John Logan, que ya había colaborado con Martin Scorsese en El aviador. Scorsese asume con La invención de Hugo el reto de rodar una película en 3D, y lo hace con brillantez, sacando todo el partido al formato, de modo que la deslumbrante imaginería.
12. El color del dinero (The Color of Money, 1986)
Eddie fue en otro tiempo un campeón de billar pero ahora está retirado de todo eso y se dedica a negociar con licores. Un día conoce a Vincent, un joven jugador que busca un oponente para otra de sus partidas en las que suele apostar. Secuela de El buscavidas (The Hustler, 1961), con la dirección de Robert Rosen, también protagonizada por Paul Newman. La película de Scorsese cuenta con un buen guión, una buena puesta en escena y el elenco apropiado donde, aparte de Newman, aparece un joven Tom Cruise que empezaba a despuntar en el panorama cinematográfico tras Top Gun. Ídolos del aire. Tras siete candidaturas infructuosas, Paul Newman ganó por fin el Oscar al mejor actor gracias a su trabajo en la película que nos ocupa. Dicen las malas lenguas que la academia estadounidense se lo entregó, justo un año después de que el eterno galán de los ojos azules hubiera recibido un galardón honorífico, llevados por el sentimiento de culpa de que uno de los grandes de la historia de Hollywood hubiera sido obviado en tantas ocasiones. Y tres nominaciones en las categorías de mejor actriz secundaria (Mastrantonio), mejor ambientación y mejor guión (Richard Price). Cuando su precuela se estrenó en 1961 las ventas de billares se multiplicaros y esta mesa se convirtió en uno de los pasatiempos favoritos de los estadounindenses. Curiosamente, algo similar pasó en 1986, tras pasar por cartelera El color del dinero. Magnífica e imprescindible.
13. La edad de la inocencia (The Age of Innocence, 1993)
La escritora Edith Wharton llevó a cabo en su novela La edad de la inocencia una notable radiografía de la alta sociedad de la Nueva York de principios de siglo, que Scorsese trasladó a la pantalla. El cineasta –que coescribe el guión con Jay Cocks– fue exquisitamente fiel al espíritu de la novela. Del italoamericano podía haberse esperado otra vuelta de tuerca a sus demonios personales, aprovechando una historia que habla de sentimientos reprimidos. En cambio se pone al servicio de la misma con esmero, convirtiendo una mirada, un silencio, un gesto, unas palabras sin aparente contenido, en momentos harto expresivos de un Acierto pleno hay en la dirección artística de Dante Ferreti, en la fotografía de Michael Ballhaus, en la música de Elmer Bernstein, que dan el perfecto empaque visual y de ambientación a la historia. En éste Scorsese reconoce la influencia de Wyler (La heredera), Ophüls (Madame de...) y Visconti (El gatopardo). Luego están los actores –Day-Lewis, Pfeiffer, Ryder–, que se han metido de lleno en sus personajes, convirtiendo algunos de los momentos de la película en memorables. La última conversación entre Newland y May es sencillamente de quitarse el sombrero. social a veces hipócrita, defensor a ultranza de unos valores y unas apariencias.
14. La última tentación de Cristo (The Last Temptation of Christ, 1988)
Este largometraje de Martin Scorsese, una narración de la vida de Jesús muy particular, teología-ficción podríamos llamarla, resultó altamente polémico, y logró molestar a creyentes cristianos de todo el mundo, debido a que se trata de una versión que no se corresponde con los hechos históricos narrados en los Evangelios; algo que el director se vio obligado a reconocer expresamente en un "disclaimer" al principio de la película. El director italoamericano adapta una novela de Nikos Kazantzakis que presenta a un Cristo con dudas, poca cosa, incapaz de asumir que Él es Dios. Ideas como la de que Jesús fabrica en su taller de carpintero las cruces que usan los romanos en sus crucifixiones resultan, como mínimo, grotescas. Mientras que la "última tentación" a que alude al título, la de llevar una vida "normal", casado, con varias mujeres e hijos, renunciando a su misión, suena a juego malabar, fallido intento de cortas miras que quiere mostrar cómo puede ser un hombre que no se atreve a asumir que es Dios. Y se entiende que las imágenes que sugieren una relación carnal molesten. Por otra parte, el director quiere ser "original" inventando una curiosa iconografía de la crucifixión y la corona de espinas bastante chocante y repulsiva.
15. El rey de la comedia (The King of Comedy, 1982)
Rupert Pumpkin, un cómico desconocido, insiste con pesadez a Jerry Langford, un famoso showman televisivo, para que le deje un espacio en su programa donde realizar su número de humor. Tras sacarle de un apuro en un momento de acoso de sus fanas, Langford acepta echar un vistazo al número, pero luego comienza a darle largas, escudándose en la muralla de secretarias y colaboradores. Pero Rupert no se dará por vencido en su camino por conseguir llegar a ser el rey de la comedia, tomando una medida drástica con efectos inesperados. Contundente y agridulce sátira sobre lo que se esconde tras las bambalinas de los programas de humor, que incluye dardos hacia las masas acríticas, que aúpan a la popularidad a las estrellas, o las condenan al ostracismo, con frecuencia caprichosamente. Jerry Lewis, que parecía hacer de sí mismo, es el paciente productor y Robert De Niro, que tan bien se le da el drama como la comedia, el aspirante a cómico. Dirige el maestro Martin Scorsese., que introduce escenas del protagonista Pumpkin fantaseando, en que resulta difícil distinguir de la realidad, opción arriesgada, pero que sirve para incidir en las alienaciones que conforman nuestra vida real. Aunque irregular rítmicamente, contiene algunos momentos memorables, especialmente en el último tramo del número televisado, muy divertido, también por las dosis de realidad que contienen las bromas.
(cont.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario