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10 - La semilla del diablo (Rosemary's Baby, 1968), de Roman Polanski
Polanski construye una de las mejores películas de terror de todos los tiempos. Trata el tema del demonio con seriedad y sin efectismos. Narrada con gran habilidad, en un ambiente claustrofóbico que contagia al espectador de inmediato. No muestra el miedo explícitamente, sino que lo sugiere con mucha audacia. Al demonio sólo se le entrevé en algunos sueños de Rosemary, y en ningún momento se ve a su diabólico hijo. Una película imprescindible, emocionante y cautivadora, pero sólo recomendable para un público que sepa con lo que se va a encontrar.
9 - Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979), de Ridley Scott
Un hito de la ciencia-ficción que sigue las fórmulas de las películas de serie B de los años 1950 (de hecho se inspira en el clásico It, the Terror from Beyond Space) y del thriller de suspense. Ridley Scott, su director, estaba tan obsesionado en crear esta sensación que incluso hizo que los actores no supieran qué les iba a suceder durante el rodaje de algunas escenas, con la intención de que este efecto fuese lo más real posible. La criatura alienígena fue diseñada por H.R. Giger, un reputado pintor surrealista suizo que mezcla el cuerpo humano con elementos mecánicos. Giger, al contrario que Scott, siguió trabajando en algunas de las tres secuelas que siguieron a esta película, uno de los más importantes de su género de los últimos 50 años.
Alien, el octavo pasajero (1979) |
8 - La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968), de George A. Romero
Inquietante película de terror, que marcó todo un camino al género -y concretamente a las historias de zombies- al final de la década de los sesenta. Como de otras películas de serie B, se hizo toda una lectura del subtexto del film, algo que sustentaba el propio director, George A. Romero, al comentar: "La película surgió del odio y la rabia engendrados por aquel momento tan especial. Nadie estaba particularmente contento con el curso que tomaban los acontecimientos en el mundo; así, puede decirse que la película contiene todo un cúmulo de lecturas políticas relacionadas con la realidad." Una realidad que en aquel momento tenía un rostro muy concreto, el de la guerra de Vietnam. Además, la idea de que muchas personas en la vida corriente se comportan como zombies, sin pensamiento propio y escasa capacidad de actuación, resultaba verdaderamente sugestiva, y muy subversiva. Y hace muy eficaz el final, en que los cazadores de muertos vivientes no son capaces de distinguirlos de las personas normales.
La noche de los muertos vivientes (1968) |
7 - La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, 1956), de Don Siegel
Clásico del cine de terror, basado en una novela de Jack Finney. Rodada en plena Guerra Fría, la invasión extraterrestre es una metáfora de la amenaza soviética. Aunque es evidente que carece de presupuesto, Don Siegel, posterior director de Harry el sucio, logra una atmósfera angustiosa y opresiva. El cineasta se luce en secuencias como la de la autopista, en la que el protagonista trata de alertar a los conductores.
Dana Wynter y Kevin McCarthy en La invasión de los ladrones de cuerpo (1956) |
6 - El resplandor (The Shining, 1980), de Stanley Kubrick
Interesado en filmar obras maestras de los géneros más diversos, como la comedia (Teléfono rojo volamos hacia Moscú), el cine bélico (Senderos de gloria), y la ciencia ficción (2001: una odisea del espacio), Stanley Kubrick rodó una de las cumbres del cine de terror. Para ello, partió de una novela de Stephen King. Jack Nicholson era el intérprete ideal para encarnar a Jack Torrance, un hombre que progresivamente sucumbe a la locura, llegando a resultar absolutamente terrorífico en las secuencias en las que persigue a su mujer y a su hijo con un hacha. El siempre innovador Kubrick usó por primera vez la llamada steady-cam, un tipo de cámara que permite seguir a los personajes, en secuencias como la del niño montando en triciclo por los pasillos.
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