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Ryan O'Neal incluso sonó para hacer el papel de Michael Corleone en El padrino (1972) o el de Rocky Balboa en Rocky (1976). Sin embargo, el actor no pudo continuar su carrera de estrellato. Con un pequeño respiro con el éxito en Combate de fondo (The Main Event, 1979), dirigida por Howard Zieff y teniendo de nuevo como compañera protagonista a Barbra Streisand, una comedia romántica ambientada en el mundo del boxeo junto. El aura de O'Neal se fue diluyendo poco a poco. Incluso llegó a hacer una secuela de Love Story, la película que le lanzó a la fama: La historia de Oliver (Oliver's Story, 1978), dirigida por John Korty.
En la década de 1980, continuó el declive de O'Neal. Cabe citar no obstante, su intervención en la película Los hombres duros no bailan (Tough Guys Don't Dance, 1987), una extraña mezcla thriller y comedia negra, poblada exclusivamente por personajes que hablan una peculiar prosa, inspirada a partir del éxito literario que significó la novela de igual título que escribió Norman Mailer, el cual fue también el director de la película.
Isabella Rossellini y Ryan O'Neal en Los hombres duros no bailan (1987) |
Aparte de esto, O'Neal se dedicó a alternar pequeños papeles en el cine con series de televisión, entre ellas, su intervención en Bones en un papel recurrente, como padre de la protagonista de la serie, la antropóloga forense Temperance Brennan.
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