miércoles, 31 de enero de 2024

Araña gigante, abejas asesinas y cucarachas fiesteras: once películas de bichos de las que nunca nos hemos recuperado del todo (II)

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7. Aracne en El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey (The Lord of the Rings: The Return of the King2003), de Peter Jackson

Frodo se metió en una telaraña. La gran telaraña de una enorme araña. Al menos tres hobbits de alto y unos seis de ancho. Es demasiado, realmente demasiado: terror absoluto, a los 10 años (tamaño hobbit, entonces), aunque no se haya tenido miedo de las arañas. Nos decimos que este es el final, que no es posible de otra manera: la película terminará, todo se acabó para la Tierra Media. Frodo será digerido, luego será nuestro turno. Nos tapamos los ojos, y ahí es donde Peter Jackson es muy fuerte: incluso nos hizo olvidar que la escena tiene lugar en el primer tercio de una película de más de tres horas de duración...

8. Las memorables termitas en Doña Clara (Aquarius, 2016), de Kleber Mendonça Filho

¡Advertencia, spoilers! En esta gran película social, las termitas son el último recurso de un promotor inmobiliario corrupto para expulsar a la última residente (una Sonia Braga combativa) de un edificio en Recife. Horror cuando descubre la colonia de insectos instalada en un apartamento vecino: madera podrida en el suelo, galerías de tierra en las paredes. Luego, el júbilo cuando utiliza el arma natural contra el magnate, durante una reunión en la sede, abriendo una maleta llena de xilófagos, filmada en primeros planos. O multitud de bombas de tiempo. 

9. Los escarabajos asesinos en La Momia (The Mummy, 1999), de Stephen Sommers

¿La araña? Ver y revisar. ¿La serpiente? Desde el basilisco en Harry Potter y la Cámara Secreta, ya no nos acercamos a las tuberías, todavía tenemos que estar en Hogwarts. ¿El mosquito, entonces? Ja, nos encantaría ver eso. Fue al volver a sumergirse en los recuerdos de la infancia que resurgió un viejo miedo mezclado con un sentimiento de gran asco. La culpa la tiene una criaturita, bastante bonita, mucho menos agradable cuando se desliza bajo la piel para devorar carne humana. Afortunadamente, Brendan Fraser y su gran navaja están ahí. A algunos les irá peor... ¡Mmmm, los escarabajos de La Momia

10. El pulpo en Old Boy (Oldeuboi, 2003), de Park Chan-wook

Hay un antes y un después de Old Boy, el thriller ultraviolento de Park Chan-wook, estrenado hace veinte años. La época de una escena ya legendaria –gran premio del Colectivo Berk 2003– en la que el héroe, apenas liberado de prisión, se come un pulpo crudo y vivo. Primeras arcadas cuando engulle vorazmente la cabeza, una masa informe y gelatinosa. Golpe de gracia, la boca llena de tentáculos que se desbordan, cuelgan y se retuercen como un complemento de lenguas ansiosas, blanquecinas y pegajosas. Sin ofender a los coreanos, que nos encuentran un poco cursis (el pulpo vivo es una especialidad local), la secuencia está diseñada para crear un efecto de “monstruo”, una fusión obscena y visceral, donde la bestia inmunda no es necesariamente la que creemos.

11. El espeluznante reparto de Serpientes en el avión (Snakes on a Plane AKA Pacific Air Flight 121, 2006), de David R. Ellis

Víboras de Schlegel o de Gabón, mocasines de agua, serpientes de cascabel, cobras e incluso pitones birmanas: el casting de esta serie B a puerta cerrada, en un Boeing entre Honolulu y Los Ángeles, es suficiente para volver locos a los herpetófobos. Sobre todo porque las cien serpientes venenosas se escaparon de su jaula y de la bodega, gracias a un absurdo truco, se sobreexcitan con las feromonas contenidas en... los collares de flores hawaianas distribuidos a los pasajeros del avión. La película roza a menudo el disparate, pero es difícil no quedar traumatizado por la escena en la que, tras un cortocircuito, los pasajeros ven una máscara de oxígeno Y un reptil descender del techo. Como muy bien dijo Samuel L. Jackson: "¡Malditas serpientes!".

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