La ley de la calle (Rumble Fish, 1983), de Francis Ford Coppola
Rusty James es un matón callejero de lo más prometedor, que se lamenta de no haber vivido la edad dorada de las bandas callejeras, cuando su hermano mayor, el Chico de la Moto, era el rey de la ciudad. Justo antes de desaparecer durante dos meses, el Chico de la Moto hizo un tratado de paz que puso fin a las guerras entre bandas, pero Rusty acaba con él metiéndose en una pelea contra Biff Wilcox de la que no sale muy bien parado. Es entonces cuando su hermano regresa a las calles, todavía más enigmático y silencioso que antes, completamente desinteresado por su ilustre pasado en el barrio. Durante los días siguientes, la vida de Rusty parece caerse a pedazos y el futuro pinta más negro que nunca, a no ser que su hermano consiga enseñarle a controlar a sus demonios internos y vivir al margen de las expectativas de la gente. Uno de los mejores trabajos del maestro Coppola, con una sabia utilización de la fotografía en blanco y negro, y leves detalles en color. La ley de la calle ilustra un mundo lleno de violencia y en descomposición, donde los viejos tiempos de las bandas han dado paso a un Camelot desarticulado aún sin rey pero regido por las mismas leyes de supervivencia.
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