El precio del poder (Scarface, 1983), de Brian De Palma
Tony Montana es un emigrante cubano frío e implacable que se instala en Miami con el propósito de convertirse en un gángster importante, y poder así ganar dinero y posición. Con la colaboración de su amigo Manny Rivera inicia una fulgurante carrera delictiva, como traficante de cocaína, con el objetivo de acceder a la cúpula de una organización de narcos. Remake modernizado, aunque muy diferente, de Scarface, dirigida por Howard Hawks en 1932, y basado en la novela de Armitage Trail. Tras su Michael Corleone en El padrino, Al Pacino da vida a un gángster distinto, paranoico y exaltado. Brian De Palma dirige un guión de Oliver Stone, que muestra con sordidez a un tipo que llegó a EE.UU. sin blanca, y se deslizó sin remedio por la senda del crimen. Fue considerada por muchos críticos como excesivamente grandilocuente, casi operística. Para otros, sin embargo, es un claro reflejo de la época que narra, la década de 1980, con el auge de la cocaína, los 'yuppies', el exceso y el materialismo. En cualquier caso, es el retrato de un hombre que se autodestruye y cuya caída es tan espectacular como su ascenso. La película, que dura casi tres horas, está protagonizado por un Al Pacino más histriónico que nunca, secundado por secundarios de la talla de Robert Loggia, F. Murray Abraham y Harris Yulin y unas entonces casi desconocidas Michelle Pfeiffer y Mary Elizabeth Mastrantonio.
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