Sofisticación formal para una, logro académico para la otra. En poco tiempo, el público francés se apasionó por dos películas británicas que abordan los horrores de la II Guerra Mundial y que difieren en todos los aspectos.
Los niños de Winton (One Life, 2023), de James Hawes. 1987. Nicholas “Nicky” Winton es un anciano que vive junto a su mujer en su chalet de Maidenhead, en Inglaterra. Nicky mantiene aún vivos los recuerdos del pasado, cuando en 1938 puso en marcha con su madre y otros colaboradores el Comité Británico para los Refugiados en Checoslovaquia. La idea era ayudar a miles de familias checas que habían llegado a los suburbios de Praga en su huida de los Sudetes, zona recientemente anexionada al III Reich. Los niños de Winton es una película inspiradora, a la que le viene como un guante la célebre frase de Edmund Burke: “Para que triunfe el mal solo se necesita que los buenos no hagan nada”. Estamos ante una de esas historias en donde el modo de contarlas pasa a ser una cuestión secundaria, porque lo que de verdad importa son los sucesos heroicos que se narran, hechos que logran que el espectador siga creyendo en el ser humano.
Romola Garai y Alex Sharp en Los niños de Winton (2023), de James Hawes. |
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