Del vértigo de la juventud a la soledad del mundo laboral, Laurent Cantet, Palma de Oro en 2008 por La clase (Entre les Murs, 2008), filmó con pasión los matices y los tumultos de la sociedad moderna. Murió el 25 de abril a la edad de 63 años.
Tenía la tierna sonrisa de un niño pero la mirada tupida de un adulto que todavía está perturbado por la complejidad del mundo. Sus películas tenían esta doble imagen: volcada hacia la juventud y sus esperanzas, también hacia la oscuridad y las desilusiones de una sociedad cada vez más violenta... El cine pierde uno de los testigos más preocupados de los trastornos sociales de nuestro tiempo, de su soledad moderna.
Recursos humanos (Ressources humaines), en 1999, su primer largometraje, escrito con Gilles Marchand, otro antiguo alumno de Idhec ( (Institut des hautes études cinématographiques, Instituto de Altos Estudios Cinematográficos), lo consagró, desde el principio, como el mejor cineasta que representaba la trágica realidad social. A un joven universitario lo contratan como pasante en el departamento de Recursos Humanos de una fábrica situada en la campiña francesa. Lleno de ilusión e ingenuidad, está convencido de que sus esfuerzos servirán para que los sindicatos y la dirección alcancen un acuerdo sobre la jornada laboral. Sin embargo, pronto se da cuenta de que su trabajo está, en realidad, al servicio de una reorganización de la empresa, que implica una reducción de la plantilla. ¿Ken Loach? No, porque en Cantet, aunque el sueño del colectivo existe, cada uno lucha con su propio callejón sin salida y sus propios problemas y decisiones- no hemos olvidado la secuencia en la que el hijo escupe en la cara de su padre "la vergüenza" que éste le ha comunicado. , “la vergüenza de ser hijo de trabajador, y la vergüenza de avergonzarse de ser hijo de trabajador”.
Jean-Claude Vallod y Jalil Lespert en Recursos humanos (1999) |
Con su siguiente película, escrita esta vez junto a su amigo de toda la vida y futuro compañero Robin Campillo, fue aún más lejos en el análisis de lo que representa el trabajo para un hombre, y sobre todo, como dijo en su momento, “la idea de que la sacralización del trabajo no es inevitable”. El empleo del tiempo (L'Emploi du temps, 2001), inspirada en el caso Jean-Claude Romand, profundiza en la psique de un ejecutivo que, tras un despido, construye una vida profesional, toda una existencia, sobre la base de mentiras. Una película escalofriante sobre la impostura pero también sobre la soledad, y sin asesinatos al final para deshacerse del aspecto monstruoso de Romand y quedarse sólo con “lo común, lo banal” de esta historia.
Aurélien Recoing en El empleo del tiempo (2001) |
Ésta era la ambición de Cantet: nunca entregarse a la facilidad del romance para iluminar los defectos humanos con matices. Lo real, siempre lo real. E incluso cuando filmó a la estrella Charlotte Rampling bajo el sol caribeño en Hacia el Sur (Vers le sud, 2005). Principios de los años 1980. Haití vive bajo el férreo gobierno de Baby Doc, lo cual no impide que sea un destino turístico muy solicitado. En el hotel "La petite anse", un auténtico edén tropical situado en una playa de las afueras de Puerto Príncipe, se alojan dos americanas de unos cincuenta años que buscan sexo y un poco de cariño. La devastadora pasión que despierta en ellas Legba, un jovencito bello como un dios, trastornará sus vidas, en una compleja relación Norte-Sur entre el deseo y la explotación y la miseria.
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