martes, 11 de junio de 2024

Metro-Goldwin-Mayer cumple 100 años (XXII)

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  • Grand Prix (1966), dirigida por John Frankenheimer. Fue una de las películas más taquilleras de su año, además de haber conseguido alzarse en los Oscar con los galardones de mejor montaje, mejor sonido y mejores efectos sonoros.​ Sus escenas de carrera la han convertido en película de culto para los aficionados al automovilismo. La película contiene tomas de carreras de la vida real y en ella aparecen campeones de la Fórmula 1 como Juan Manuel Fangio, John Surtees, Jim Clark o Jack Brabham.
  • Una sirena sospechosa (The Glass Bottom Boat, 1966), de Frank Tashlin. Comedia romántica blanca y amable, típico vehículo a la medida de su protagonista, Doris Day. En este caso, la actriz tuvo como partenaire al galán australiano Rod Taylor, con quien ya había compartido cartel el año anterior en Por favor, no molesten (Do Not Disturb).
  • A quemarropa (Point Blank, 1967), dirigida por John Boorman. Considerada como un título clave del cine negro americano y rodada con un estilo a medio camino entre este género y la nouvelle vageu fancesa, A quemarropa se filmó en 1967, a partir de una novela de Donald E. Westlake titulada The Hunter y escrita bajo el pseudónimo de Richard Stark. La película tiene una subtrama creada a base de elipsis temporales, flashbacks y diálogos sordos que sugiere que Walker muere en la escena inicial y toda la historia de su venganza no es sino una alucinación que tiene lugar durante sus últimos momentos de consciencia. Fue el segundo largometraje de John Boorman y su debut en los Estados Unidos, y sirvió como base para la posterior Payback, con Mel Gibson.
  • Doce del patíbulo (The Dirty Dozen, 1967), dirigida por Robert Aldrich. Considerado como un clásico del género bélico, la película es una adaptación de la homónima novela superventas de EM Nathanson. El encargado de llevarla a buen puerto fue Robert Aldrich, un cineasta cuyo cine crítico y violento se convirtió en todo un símbolo estadounidense de la posguerra. Para ello, contó con un fabuloso elenco de lujo, encabezados por actores que sirvieron en la Segunda Guerra Mundial, como Lee Marvin, Telly Savalas, Charles Bronson, Ernest Borgnine o George Kennedy. Sin embargo, el reconocimiento se lo llevó un John Cassavetes, que fue candidato al Oscar al mejor actor de reparto. Una curiosidad del doblaje. El personaje de Cassavetes, Franko, en España se rebautizó como Frankie para evitar la homofonía con el dictador Francisco Franco. Su considerable éxito de taquilla dio pie al rodaje de varios títulos de temática similar e incluso originó dos tardías secuelas, de calidad muy inferior y rodadas directamente para la televisión.
  • El baile de los vampiros (Dance of the Vampires AKA The Fearless Vampire Killers or: Pardon Me, But Your Teeth Are in My Neck, 1967), de Roman Polanski. Fue el éxito de Repulsión lo que provocó el fichaje de Roman Polanski por parte de la Metro Goldwyn Mayer. El resultado, esta cinta en la que, además, se reservó el papel del ayudante del profesor. El guión combina elementos de la novela de Bram Stoker con otros sacados de las películas sobre Drácula producidos anteriormente por la Hammer, convirtiéndose así en una parodia-homenaje al cine de vampiros. A pesar de no contar con escenas gráficamente eróticas, la cinta sufrió 20 minutos de recorte por parte de la censura estadounidense. En el papel de la hija del posadero aparece Sharon Tate, actriz con la que Polanski contraería matrimonio un año después y que sería luego brutalmente asesinada por la secta satánica de Charles Manson.
2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, 1968), de Stanley Kubrick. Stanley Kubrick se pasó cuatro años preparando minuciosamente todos los detalles de esta adaptación al cine de una novela de Arthur C. Clarke. El director intentó presentar diversos periodos de la historia de la humanidad: desde el pasado hasta una recreación del futuro que fuese del todo plausible, por lo que se basó en los conocimientos científicos. Considerada en su momento como la película de ciencia ficción más importante de todos los tiempos, su repercusión crítica hizo que el género, considerado hasta entonces de segunda categoría, adquiriese respetabilidad a ojos tanto de los cineastas como del público. No es extraño, pues, que haya influido poderosamente en la iconografía de una larga serie de películas posteriores. Irónicamente, sin embargo, sólo consiguió un Oscar de los cuatro para los que estuvo nominada y fue el de mejores efectos especiales.
  • Estación polar cebra (Ice Station Zebra, 1968), dirigida por John Sturges. Una película típica de los tiempos de la Guerra Fría, basado en una novela de Alistair MacLean. Fue dirigido por John Sturges, realizador especializado en el género del western, gracias a películas como Duelo de titanes o Los 7 magníficos. Su reparto, en el que destaca la ausencia total del elemento femenino, estuvo encabezado por tres duros de la talla de Rock Hudson, Ernest Borgnine y Patrick McGoohan. A destacar también los efectos especiales de la cinta, muy alabados por la crítica de la época y nominados a un Oscar de la Academia. Una curiosidad: se dice que ésta película era la preferida del multimillonario Howard Hughes y que se la pasaba con gran frecuencia en su hotel de Las Vegas.
  • El desafío de las águilas (Where Eagles Dare, 1968), dirigida por Brian G. Hutton. Una de las películas bélicas más famosas de la década de 1960, basada en el superventas del mismo título, de Alistair MacLean. De hecho, el propio MacLean escribió simultáneamente el guion y la novela, hecho que le costó seis semanas de trabajo. La versión cinematográfica fue dirigida por Brian G. Hutton, quien al año siguiente lograría un nuevo gran éxito con otro famosa película del mismo género: Los violentos de Kelly. Además del guion, repleto de acción, sorpresas y giros argumentales, buena parte de la popularidad de la cinta hay que atribuirla al carisma de su pareja protagonista, formada por dos estrellas del calibre de Richard Burton y Clint Eastwood. A pesar de su éxito, el rodaje no estuvo exento de problemas: durante la grabación de una secuencia de acción, el director y un productor sufrieron quemaduras graves.
  • Batalla más allá de las estrellas (The Green Slime, 1968), de Kinji Fukasaku. Considerada la primera coproducción entre Estados Unidos y Japón, Batalla más allá de las estrellas contiene todos los elementos para convertirse en una joya 'camp' de la producción de ciencia-ficción de serie B de los años 1960, entre ellos la presencia de la chica Bond, Luciana Paluzzi y la galería de monstruos bizarros, viscosos y también ridículos que contrastan con el realismo de otras películas posteriores con un punto de partida muy parecido, como Alien o La cosa.
  • El guateque (The Party, 1968), dirigida por Blake Edwards. El guateque es la película más divertida del tándem Blake Edwards-Peter Sellers. La película se rodó a partir de un guión de apenas 60 páginas, y el planteamiento se aproxima a las viejas películas de cine mudo, y concretamente al slapstick: el diálogo es el estrictamente necesario, y en cambio tiene muchísima importancia la fisicidad y lo visual. Valgan como botón de muestra los momentos de la pérdida del zapato de Hrundi, y sus denodados esfuerzos por recuperarlo, o el desastre que organiza en el cuarto de baño, con ese rollo de papel higiénico que no acaba nunca de desenrollarse. Edwards y Sellers jugaron mucho a la improvisación, con feliz fortuna. Para la película desarrollaron un sistema que ahora es de uso común en los rodajes: el combo, un sistema de grabación de vídeo unido a la cámara, que permite hacerse una idea de cómo quedará la escena en el celuloide. Gracias a su uso, se consiguió una perfecta sincronización interna de los gags, lo que hace que 35 años después del rodaje sigamos riendo con escenas apoteósicas, como la del elefante.
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