miércoles, 26 de junio de 2024

Metro-Goldwin-Mayer cumple 100 años (XXIX)

Años 1990
  • Bailando con Lobos (Dances with Wolves, 1990), de Kevin Costner. Uno de los más exitosos debuts como realizador fue esta película dirigido por el reputado actor Kevin Costner, que era en aquel momento la estrella más taquillera de Hollywood. No sólo fue una de las películas más vistas del año, sino que a pesar de sus defectos de primerizo consiguió 7 premios oscar en la edición de 1991: Mejor Película, Director, Fotografía, Montaje, Guión Adaptado, Banda Sonora y Sonido. La fotografía de grandes espacios de Dean Semler es excelente y muestra de forma espectacular las grandes llanuras del estado de Dakota –donde fueron rodados todos los exteriores– en Panavisión. Por otra parte el guión ensambla con soltura los ingredientes de una clásica historia épica, como son la historia de amor, las batallas y, sobre todo, en esta ocasión, la naturaleza, uno de los personajes más importantes. El maestro John Ford mostró indios repletos de humanidad en Fort Apache y El gran combate. Kevin Costner da otra vuelta de tuerca al tema, mostrando a fondo sus costumbres, e incluyendo escenas completas habladas en lengua india. De todos modos, en una de las escenas recuperadas, se advierten las dudas de Dunbar, cuando los indios celebran la muerte de unos cazadores blancos.
  • La casa Rusia (The Russia House, 1990), dirigida por Fred Schepisi. La película está basada en la novela de John le Carré, autor de célebres títulos como El espía que surgió del frío, El jardinero fiel, o El topo; muchos de los cuales se han llevado también al cine. Hay una gran puesta en escena, gracias en parte, por la elección de actores. Sean Connery da la talla como un vividor que se introduce en una intrincada trama de espionaje, muy al estilo de su James Bond; y Michelle Pfeiffer, como una bella y valiente mujer. La historia engancha y da tiempo para que surja el amor entre ambos personajes. Además, Ian Baker regala al espectador las mejores imágenes de Rusia. Entre el reparto destaca la presencia de Roy Scheider o John Mahoney.
  • Rocky V (1990), dirigida por John G. Avildsen. Tres Oscar (película, director y montaje) y un gran taquillazo dilatarían la historia del personaje en cuatro film más. Las vivencias de Rocky evolucionarían del sueño posible al esfuerzo profesional, a mantener el orgullo de campeón y de ser americano. Lógicamente se las entiende a puñetazo limpio con contrincantes de todo pelaje, reviviendo la magia del primer combate. El arquetipo funciona, pero es la emoción por bandera la que invita a seguir con entusiasmo la saga. En 2007 con Rocky Balboa se cierra definitivamente la historia de este boxeador.

  • Capitán América (Captain America, 1990), dirigida por Albert Pyun. Adaptación al cine de uno de los más famosos superhéroes del comic americano, creado por Jack Kirby y Joe Simon. Realizada por Albert Pyun, un especialista en el cine de acción de serie B, la cinta carece del presupuesto imprescindible, que ha convertido en éxitos a películas como Spiderman o X-Men, y sin el cual es demasiado fácil que este tipo de producciones caigan en el ridículo. Una curiosidad: su protagonista, Matt Salinger, es hijo en la vida real del escritor J.D. Salinger, autor de un clásico de la literatura americana como El guardián entre el centeno.

  • Misery (1990), dirigida por Adaptación del superventas homónimo de Stephen King, dirigido por el realizador Rob Reiner. King planteó su novela como la pesadilla de un autor que se ve físicamente en manos de su público, y por ello en el libro hay muchos más matices y una evolución más interesante en lo referente a la relación entre la admiradora y el escritor. De hecho, los aspectos terroríficos del largometraje vienen dados por la soberbia interpretación de Kathy Bates, por la que obtuvo el Oscar, que es la que convierte la historia en un auténtico relato de horror. Posteriormente, Misery se adaptó en Londres como obra de teatro.
  • RoboCop 2 (1990), de Irvin Kershner. Secuela de la exitosa RoboCop donde se repite la acción y los efectos especiales. Irvin Kershner toma el relevo en la dirección y plantea una película en la misma línea que la primera pero añadiendo algo más de violencia, algún cameo (Frank Miller sale haciendo de mecánico), y la siempre aceptable crítica a las drogas. Entretenida aunque no supera la primera.
  • El silencio de los corderos (The Silence of the Lambs, 1991), de Jonathan Demme. Este inquietante thriller, adaptación de la novela de Thomas Harris, arrasó en taquilla y se llevó los cinco Oscar más importantes (película, director, guión, actor y actriz principales). El silencio de los corderos fue la película que lanzó al estrellato a Anthony Hopkins, hasta entonces poco conocido pese a una trayectoria notable. Jodie Foster preparó su papel consultando con una auténtica agente del FBI, que le habló de la agencia, y de la presencia de la mujer allí. Quizá los momentos más intensos del film son los que comparten Anthony Hopkins y Jodie Foster, en que ella le cuenta algún suceso de su pasado, y él a cambio proporciona pistas para detener al asesino. Es el juego del ‘quid pro quo’.
  • La noche de los cristales rotos (Shattered, 1991), de Wolfgang Petersen. Una intrincada trama que ofrece una buena dosis de sorpresas y engaños al espectador. Dirigida con buena mano por el realizador germano Wolfgang Petersen se beneficia de las sólidas interpretaciones de Tom Berenger, Greta Scacchi y Bob Hoskins. Cabe destacar que la película está basada en la novela The Plastic Nightmare, publicada en 1969 por Richard Neely.

(cont.)

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