viernes, 28 de junio de 2024

Metro-Goldwin-Mayer cumple 100 años (XXXI)

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  • GoldenEye (1995), dirigida por Martin Campbell. Enfundado en el traje de 007, Pierce Brosnan tendrá que lidiar con la mafia rusa y con bellas mujeres como Famke Janssen o Izabella Scorupco. Todo el que haya seguido la carrera del agente más famosos del mundo conoce también a "Q", encarnado por el actor Desmond Llewelyn desde 1963. Llevelyn hizo posible que el aguerrido agente británico utilizara las más increíbles artimañas contra los enemigos de su majestad: plumas ametralladoras, coches invencibles, lanchas supersónicas, relojes láser, etc. Desmond Llewelyn falleció en 1999 a los ochenta y cinco años, pero siempre tendremos a Q.
  • El mañana nunca muere (Tomorrow Never Dies, 1997), de Roger Spottiswoode. El actor irlandés Pierce Brosnan interpreta por segunda vez al espía británico más famoso del celuloide en esta cinta dirigida por el cineasta canadiense Roger Spottiswoode. Llena de acción trepidante, El mañana nunca muere cosechó un gran éxito en taquilla pero no consiguió superar a su antecesora GoldenEyeJonathan Pryce es el encargado de interpretar en esta ocasión al enemigo de Bond, mientras que la actriz malaya Michelle Yeoh da vida a la exótica chica Bond. Completan en elenco principal Judi Dench, Teri Hatcher y Desmond Llewely en el sempiterno papel de Q. El rodaje no fue sencillo ya que Vietnam canceló a última hora el permiso para rodar en su territorio, lo que obligó a trasladar rápidamente el rodaje a Tailandia.
  • Ronin (1998), dirigida por John Frankenheimer. El realizador John Frankenheimer, uno de los directores más prestigiosos de su generación, regresó a la gran pantalla con este título después de pasar una temporada realizando largometrajes para televisión. Aunque la cinta no consiguió el éxito que cabía esperar, demostró que el cineasta seguía en buena forma. Buena prueba es la espectacular persecución de coches filmada en las calles de París y que bien merece entrar a formar parte de las más logradas de la historia del cine. El título de la película hace referencia a los antiguos guerreros samuráis japoneses que se veían obligados a ganarse la vida como mercenarios cuando moría su señor.
  • El hombre de la máscara de hierro (The Man In The Iron Mask, 1998), de Randall Wallace. El relato de Randall Wallace (guionista oscarizado por Braveheart, que debuta en la dirección) combina elementos de Alejandro Dumas con otros novedosos. Presenta a Luis XIV caprichoso, cruel y mujeriego, reverso de Philippe, su hermano gemelo, que conserva una inocencia no estropeada por los años de reclusión. Leonardo DiCaprio hace el doble papel con increíble soltura. No le ha hecho mella la posible esquizofrenia de encarnar a la vez a un héroe y a un villano. En la tradición de las aventuras de capa y espada, abunda la acción. Magnífica la carga final de los mosqueteros en defensa de su verdadero rey, y la emocionante escena del baile. E imponente el marco de los auténticos castillos franceses de Fontainebleau, Vaux-Le Vicomte y Manoir du Logis.
  • Nimh, el ratoncito valiente (Nimh 2) (The Secret of NIMH 2: Timmy to the Rescue, 1998), de Dick Sebast. Secuela lanzada directamente a vídeo/DVD del clásico de Don Bluch El secreto de NIMH.
007: El mundo nunca es suficiente (The World Is Not Enough, 1999), de Michael Apted. La fórmula James Bond –personaje creado por Ian Fleming, que tiene más de 50 años de historia en celuloide– es sencilla, conocida y eficaz en su propósito de entretener. Un villano trata de apoderarse del mundo mundial, y el superespía 007, elegante y ligón, hace lo imposible para evitarlo. En sus aventuras utiliza los más variados artilugios, proporcionados por Q, un genial inventor de armas y vehículos ultrasofisticados e hipersecretos. La serie se ha ido adaptando a los tiempos, y si ya no quedan muchos comunistas a los que combatir (la guerra fría ya es historia), siempre quedan terroristas, chiflados y magnates de las nuevas tecnologías capaces de proporcionar nuevos argumentos. Como es habitual en la serie ‘bondiana’ la secuencia con que arranca la película es espectacular. Una persecución en Bilbao, junto al célebre museo Guggenheim, que empalma casi sin solución de continuidad con otra de lanchas, alucinante, en las aguas del Támesis. Hay además momentos de acción increíble como la persecución sobre la nieve o las explosiones en los oleoductos. El ritmo es trepidante, y es difícil no perder el resuello en algún momento de la película, que firma un inesperado Michael Apted.
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