martes, 18 de junio de 2024

Metro-Goldwin-Mayer cumple 100 años (XXVIII)

(cont.)
  • 007 Alta tensión (The Living Daylights, 1987), de  John Glen. La primera de las dos películas del agente 007 que protagonizó Timothy Dalton. Si Roger Moore trajo el humor a la serie, Dalton quiso humanizar el personaje, hacerlo más vulnerable y menos mujeriego. Pero, pese a que las películas del actor galés se hallan entre las mejores de la saga, no convenció al público y las moderadas recaudaciones de sus dos películas, unidas a una larga batalla legal por los derechos del personaje que mantuvo paralizada la producción de películas durante seis años, hizo que su aportación a la serie quedase reducida solo a este título y al siguiente: 007 Licencia para matarAdemás de por el cambio de 007, los aficionados de la serie recuerdan también este título por ser el primero en el que el papel de Moneypenny no estuvo interpretado por la canadiense Lois Maxwell, quien, tras catorce apariciones, cedió el testigo a Caroline Bliss.
  • Un mar de líos (Overboard, 1987), de Garry Marshall. Una comedia mejor de lo que parece a primera vista, dirigida por Garry Marshall y protagonizada por la también pareja en la vida real que forman Goldie Hawn y Kurt Russell. El director tiene buena mano para el género y la pareja protagonista demuestra su vis cómica (conocida en ella, sorprendente en él). La guinda la ponen los espléndidos secundarios: Roddy McDowall, Edward Herrmann y Hector Elizondo (un clásico en las películas de Garry Marshall y que aquí aparece sin que su nombre salga en los títulos de crédito).
  • Un pez llamado Wanda (A Fish Called Wanda, 1988), de Charles Crichton. Menos escandaloso e irreverente que los largometrajes de los Monty Python, el guion de Un pez llamado Wanda (obra de John Cleese) incluye aún suficientes gags políticamente incorrectos como para repeler o deleitar (según el espectador). Dirigida por el veteranísimo Charles Crichton, un realizador forjado en la mítica productora británica Ealing, la cinta cosechó un enorme éxito, convirtiéndose en su momento en la película británica más taquillera de todos los tiempos. El reparto es otro de los puntos fuertes de la película, pues a los ex Monty Python John Cleese y Michael Palin, se añaden los estadounidenses Kevin Kline, que obtuvo un Oscar al mejor actor secundario por su interpretación de ladrón paranoico, y una Jamie Lee Curtis que explota una vis cómica que volvería a darle buenos resultados en la posterior Mentiras arriesgadas.
  • Poltergeist III (Fenómenos extraños III) (Poltergeist III, 1988), de Gary Sherman. Tercera entrega de la saga iniciada por Tobe Hooper bajo la producción de Steven Spielberg. La idea estaba ya totalmente agotada y los efectos especiales se erigieron en la única razón de ser de todo el asunto. Su protagonista, la jovencísima Heather O'Rourke, murió muy poco después de terminarla, víctima de una extraña enfermedad, lo que desató una leyenda sobre la mala suerte que afectaba a los que habían participado en alguna de las tres películas.
  • Rain Man (1988), dirigida por Barry Levinson. Cuatro Oscar, incluyendo mejor película, avalan la calidad de este melodrama, donde Tom Cruise aguanta el tipo frente a un inmenso Dustin Hoffman. Compartimos el agotamiento de Cruise con el acertijo de Quién juega en la primera base. Inolvidable la música del entónces jovencísimo Hans Zimmer.
  • Por la reina y la patria (For Queen and Country, 1989), de Martin Stellman. Sombría historia del Thatcherismo a través de la historia de Reuben, que tras luchar en las Malvinas y ser declarado héroe de guerra, se encuentra que una nueva legislación le priva de su ciudadanía y le convierte en un fuera de la ley. El debutante director Martin Stellman, responsable también del guión, confió el difícil papel de Reuben a un por entonces recién consagrado Denzel Washington. El actor, que compaginó este trabajo con el rodaje de la sexta temporada de la serie de televisión, Hospital, acababa de ser nominado como mejor secundario por su interpretación en Grita libertad.
  • A espaldas de la ley (The Mighty Quinn, 1989), de Carl Schenkel. Antes de ser conocido gracias a Tiempos de gloria, el ya prestigioso Denzel Washington rodó el mismo año este entretenido thriller policiaco. Encarna a un jefe de policía de una remota isla del Caribe, que ve cómo su tranquilidad se va al traste con un brutal asesinato. Xavier Quinn, que así se llama, se verá entre dos aguas, ya que el principal sospechoso es el compañero de juergas de su vida pasada, algo que él lucha por dejar atrás. El guión está pergeñado por Hampton Fancher, célebre por su magistral libreto de Blade Runner.
  • Licencia para matar (Licence to Kill, 1989), de John Glen. Segunda y última película que protagonizó Timothy Dalton como James Bond, después de debutar dos años antes con 007: Alta Tensión. En esta ocasión, Dalton encarnó a un agente secreto mucho más irascible y vulnerable que de costumbre, y su misión tiene tintes de venganza personal. Pese a que la película tuvo un buen recibimiento en taquilla, el hecho de que Bond tuviera un comportamiento demasiado humano y visceral fue bastante criticado por los aficionados del personaje creado por Ian Fleming. En todo caso, el director de la cinta, John Glen, cumplió con creces con lo que se pide a una película de estas características, tal y como ya había hecho en entregas anteriores, como Solo para sus ojos o la citada 007 Alta tensión.
  • Una árida estación blanca (A Dry White Season, 1989), de Euzhan Palcy. A finales de los años 1980, la progresiva apertura de Sudáfrica y el descrédito en el que caía su política racista hizo que se pusiera de moda el tratamiento del apartheid en el cine. Una árida estación blanca es, quizás, la última película sobre el tema, y fue dirigida por Euzhan Palcy, una joven procedente de la isla Martinica. En los dos años anteriores, dos películas anti-apartheid más habían abierto el tema. Una de ellas fue Grita libertad (1987), de Richard Attenborough. La otra, Un mundo aparte (1988), de Chris Menges. Todas ellas parten de un mismo esquema; el de un blanco, liberal, concienciado que se da cuenta de la injusticia política y social que se da en su país. En Una árida estación blanca se contó con Marlon Brando, que reaparecía en pantalla haciendo el papel de jurista, y que por ello ganó el Globo de Oro al mejor actor y fue nominado para el Oscar.
  • Todos los perros van al cielo (All Dogs Go to Heaven, 1989), de Don Bluth, Gary Goldman y Dan Kuenster. Todos los perros van al cielo fue una de las producciones más caras que hasta el momento habían realizado el tándem de directores formado por Don Bluth y Gary Goldman, los responsables de Anastasia. Con las voces de Burt Reynolds y Dom DeLuise, la película obtuvo un buen resultado en taquilla y generó una secuela y una serie de animación.
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