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- Terminator (The Terminator, 1984), dirigida por James Cameron. Al principio de su carrera, James Cameron trabajó en el departamento de efectos especiales de la compañía de Roger Corman. Allí estudió la manera de presentar los efectos especiales del modo más eficiente y con el menor coste posible. Con la lección aprendida, el director puso a prueba sus habilidades en Terminator, una película de ciencia-ficción de bajo presupuesto que su habilidad transformó en uno de los mayores éxitos comerciales de la década de 1980. Para dar vida al indestructible ciborg, Cameron confió en un entonces semidesconocido Arnold Schwarzenegger, que solo había destacado como intérprete de Conan, el bárbaro. Con su presencia rotunda y su metálico acento centroeuropeo, el intérprete compuso un personaje perfecto que le lanzó al estrellato. Como curiosidad, uno de los nombres que se barajó para el rol fue OJ Simpson, pero los productores pensaron que era una figura demasiado amable para ser considerada un villano.
- Rocky IV (1985), dirigida por Sylvester Stallone. Sylvester Stallone escribe, dirige y actúa en esta guerra entre naciones en la cual la única batalla se realiza en un cuadrilátero de boxeo. Rocky debe defender el campeonato mundial de boxeo peso pesado, pero hay un nuevo retador al frente: Drago. El amigo de Rocky, Apollo Creed pelea con Drago en una pelea de exhibición, pero después de la trágica derrota de Creed, Rocky sabe que debe vengar a su amigo y vencer al adversario soviético. Stallone una vez más realiza una fascinante película que vibra con humor, drama agudo y patriotismo descarado.
- Panorama para matar (A View to a Kill, 1985), de John Glen. Un envejecido Roger Moore se despidió del papel de James Bond con la que fue su séptima aparición en la serie. Tras protagonizar el que, sin duda, es el peor título de la saga, Octopussy, los productores le proporcionaron al actor un digno adiós con esta película. Sin renunciar al tono ligeramente autoparódico que caracterizó la interpretación de Moore como 007, Panorama para matar recuperó parte de la seriedad perdida en anteriores títulos de la saga, en una tónica que luego seguirían los sucesores de Moore, Timothy Dalton y Pierce Brosnan. La película fue la tercera de las cinco que John Glen dirigió para la serie y tuvo como chicas Bond a la cantante Grace Jones y a la actriz Tanya Roberts (que había saltado a la fama como la última incorporación de la serie Los ángeles de Charlie).
- Platoon (1986), dirigida por Oliver Stone. Primera parte de la trilogía de Oliver Stone sobre la guerra de Vietman, que completó con Nacido el 4 de julio y El cielo y la tierra. El director, que combatió en Vietnam, quiso desmarcarse del heroísmo de las típicas películas de guerra y reflejar con realismo el punto de vista del soldado. Platoon ganó cuatro premios Oscar: película, director, sonido y montaje. Supuso el espaldarazo definitivo no solo del director, sino también de muchos de los actores, como Charlie Sheen, Forest Whitaker o Johnny Depp. La película constituyó toda una sorpresa tanto por el éxito de crítica como de taquilla. Contó con un bajo presupuesto, unos seis millones de euros, y fue rodado en Filipinas en un tiempo récord: 54 días.
- Poltergeist II: El otro lado (Poltergeist II: The Other Side, 1986), de Brian Gibson. Esperada secuela de una de las películas de terror más exitosas de los años 1980 en la que la familia Feeling es atacada de nuevo por las fuerzas del más allá. La historia volvió a arrasar en las taquillas de todo el mundo. Bajo la dirección de Brian Gibson, en esta segunda parte predominan los efectos visuales, que obtuvieron una nominación al Oscar y empezaron los rumores y leyendas sobre la cinta, supuestamente maldita. El motivo: él fallecimiento de la actriz Dominique Dunne, quien encarnó a la hermana mayor en la primera parte, que murió asesinada ese mismo año a manos de un novio obsesivo.
- La loca historia de las galaxias (Spaceballs, 1987), de Mel Brooks. El polifacético Mel Brooks dirige, produce, firma el guion e interviene como actor en esta desquiciada comedia que parodia sin piedad clásicos del cine fantástico como La guerra de las galaxias, Alien, el octavo pasajero o El planeta de los simios, entre otros muchos títulos. Anteriormente, Brooks ya había hecho el mismo ejercicio con el género de terror, en El jovencito Frankenstein, y con las superproducciones históricas de Hollywood, en La loca historia del mundo. El reparto lo encabezan, a parte del propio Brooks, Rick Moranis, Bill Pullman, el fallecido John Candy y Daphne Zuniga.
- El sueño de Hollywood (Hollywood Shuffle, 1987), de Robert Townsend. Robert Townsend (“El show de Eddie Murphy”) está considerado uno de los talentos más versátiles del Hollywood actual; es actor, director, productor guionista... El sueño de Hollywood fue su primera película como director, y evidentemente, también la protagonizó y la produjo. En ella, Townsend recoge su experiencia personal, y a través de la sátira expresa su malestar por la situación de los actores negros, que muchas veces se ven obligados a interpretar personajes estereotipados.
- Hechizo de luna (Moonstruck, 1987), de Norman Jewison. Una de las mejores películas de su director, el canadiense Norman Jewison. Hechizo de luna obtuvo tres premios Óscar: mejor actriz (Cher), intérprete secundaria (Olympia Dukakis) y guion original (John Patrick Shanley). Inicialmente se pensó en Sally Field para el papel de Loretta, pero, tras su renuncia, el personaje pasó de inmediato a Cher, que estuvo también a punto de rechazarlo (ese mismo año había estrenado dos películas y estaba cansada). Afortunadamente para ella, al final decidió aceptarlo y su premio fue el mejor trabajo de su carrera.
- RoboCop (1987), dirigida por Paul Verhoeven. Primer trabajo estadounidense del director holandés Paul Verhoeven, autor, hasta entonces, de títulos como El cuarto hombre o Los señores del acero. La película es una mezcla de géneros, ya que juega con elementos de la comedia negra, la ciencia ficción y el thriller. El éxito de la película fue tal que dio lugar a secuelas, series y hasta juegos de ordenador. Todo ello permitió a Verhoeven seguir dirigiendo en Estados Unidos, donde consiguió posteriores éxitos de taquilla como Desafío total o Instinto básico. El encargado de protagonizar la cinta fue un Peter Weller que sufrió lo suyo, porque el traje de Robocop era tan pesado y caluroso, que el intérprete perdía un quilo diario de lo que sudaba. De hecho, la carcasa era tan voluminosa que no cabía en el coche: la mayoría de tomas en el auto, Weller solo llevaba la parte de arriba, y si iba con el atuendo entero, solo se lo filmaba saliendo del utilitario.
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