Su director Pier-Philippe Chevigny trata de descifrar con sutileza el equilibrio de poder en una economía que aplasta tanto a los dominados como a los dominantes.
En el valle de Richelieu, una región agrícola de Quebec, Ariane es contratada como traductora en una fábrica. Rápidamente se dio cuenta de las deplorables condiciones laborales impuestas a los trabajadores guatemaltecos. Desgarrada, emprende una resistencia diaria bajo su propia responsabilidad para luchar contra la explotación de la que son víctimas.
La película supuso el debut como director de largometrajes de Pier-Philippe Chevigny.
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