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4. La revolución de las ratas (Willard, 1971), de Daniel Mann
Willard Stiles (Bruce Davison) es un malcriado de 27 años reprimido. En realidad es un chico extrovertido, pero se lo guarda todo en su interior e intenta aliviar la ansiedad mordiéndose las uñas. La vida de Willard no es fácil, cuando su padre murió, él y su madre Henrietta (Elsa Lanchester) acabaron convirtiéndose en esclavos de Al Martin (Ernest Borgnine), un hombre de negocios. Willard hierve por dentro, pero prefiere quedarse en casa haciéndose amigo de las ratas que están plagando la vivienda. Incluso llega a ponerles nombres como Ben o Sócrates. Pero cuando su madre muere todo cambia, Al mata a una de las ratas y le despide de su trabajo. Será entonces cuando Willard usará a sus amigas roedoras para tener su venganza...
Pequeña película de culto dentro del género de terror que tuvo una secuela en Ben (1972) y un remake de mismo título original, Willard, en el 2003.
5. Ranas (Frogs, 1972), dirigida por George McCowan
La acaudalada familia Crockett tiene una hermosa plantación en un lago de Florida. Jason (Ray Milland), el patriarca, odia la vida salvaje y ordena utilizar pesticidas para exterminar las especies que rodean la casa. Pero entonces la fauna de la zona (ranas, serpientes, arañas, sanguijuelas...) reacciona contraatacando.
Muchas de las 500 ranas de Florida y 100 sapos sudamericanos comprados para su uso en la película escaparon durante la producción.
6. La larga noche de la furia, también conocida como Una noche escalofriante (Night of the Lepus AKA Rabbits, 1972), de William F. Claxton
Conejos mutantes se hacen más grandes de lo normal. Comienzan a diezmar a la población y dos científicos intentarán pararlos con un veneno.
El origen de esta película sobre gigantescos conejos mutantes devoradores de hombres lo encontramos en la novela de ciencia ficción The Year of the Angry Rabbit de Russell Braddon. Esta novela australiana es una sátira política y antibelicista que utiliza un tono que mezcla terror y comedia para contar una increíble historia sobre cómo unos conejos gigantes destruyen Australia. A la hora de adaptar la novela se trasladó la acción a Estados Unidos y se tomaron muchas libertades con el argumento. Sin embargo eso no es lo malo, el gran error que cometieron es que dejaron de lado todos los elementos de crítica, sátira y comedia, adoptando un tono muy serio.
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