Ser testigo de un secuestro, un accidente o un amerizaje como en “Sully”? ¿Te provoca demasiada ansiedad, cuando estás encaramado a una altitud de unos 10.000 metros… Almas sensibles, abróchense los cinturones.
No fue un accidente, sino un abandono forzoso y... exitoso”, le gusta corregir, en su defensa, Sully (Tom Hanks), el heroico piloto homónimo de la película de Clint Eastwood. Un caso extremadamente raro de final feliz, al menos en la vida real. En el cine es un poco diferente: a menudo encontramos supervivientes; de lo contrario, no hay historia que contar. En los años 1970, la película de catástrofes estaba de moda y dio lugar a una franquicia, la de Aeropuerto. ¿Quién no recuerda todavía el Aeropuerto 79, con Alain Delon como capitán y Sylvia Kristel como azafata? Muy divertida.
Armar los toboganes, revisar la puerta de enfrente… En el lote de películas de aviación con fallos mecánicos encontramos de todo. Lo mejor es el buen uso de esta puerta cerrada a 30.000 pies sobre el nivel del suelo. A este curioso suspenso donde flipamos y disfrutamos al mismo tiempo de la idea de morir juntos en una cabaña. Si la identificación funciona a toda velocidad es quizás porque nosotros mismos estamos aislados en una habitación, acogidos y transportados a ver una película. Surge un paralelo entre espectadores y pasajeros. ¡Abróchense los cinturones, bajen la cabeza y prepárense para el impacto!
1. El vuelo del Fénix (The Flight of the Phoenix, 1966), de Robert Aldrich
Un avión militar se estrella en pleno Sahara. Los supervivientes intentan reconstruir un dispositivo con los escombros. Un estudio, seco y violento, como tan bien supo ejecutar Aldrich, de un grupo humano ante el peligro. Relaciones de dominación y sumisión, unión o desunión, todo está ahí.
El Sahara no es la mejor pista para un aterrizaje |
(cont.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario