En un mundo que pronto quedará sumergido, sin humanos ni palabras pero lleno de vida, un gato y sus amigos sobreviven en un barco a la deriva. Un choque estético y una hipnótica oda a la naturaleza. Esta es la primera vez que los animales son los héroes de una película del fin del mundo. Su universo animado es un tesoro de poesía. Tras una primera película realizada en solitario, el director Gints Zilbalodis crea una distopía animal sublime. Él nos brinda los secretos para crear esta gran aventura cinematográfica.
Una casa abandonada por su dueño, en lo profundo de un bosque. A su alrededor, extrañas estatuas felinas y un río que crece y vuelve a crecer, hasta convertirse en torrente, luego en río, amenazando con sumergir la pantalla... ¿Dónde estamos? A mil kilómetros de todas las tierras habitadas y habituales de la animación, a las puertas de un mundo tan fascinante como enigmático, poco a poco engullido por una inexorable subida de las aguas. No hay humanos, sólo los restos de una civilización ahogada, ruinas desproporcionadas y otros artefactos flotantes, en el corazón de una naturaleza grandiosa y peligrosa. ¿El fin de todo? Ciertamente no. Este ensueño monumental sin el más mínimo diálogo está repleto de vida, plantas y animales.
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