Quien dice invierno dice frío, dice quedarse en casa, calentito. Y qué mejor que una película reconfortante para ver junto al fuego (si tiene la suerte de tener chimenea, en el peor de los casos puede subir la calefacción), con una manta, y un buen Earl Grey (o un ponche caliente, para los más alcohólicos). Hemos seleccionado para usted cinco (muy) buenas películas, reconfortantes como un dudú. Así que póngase su mejor chandal, cómodo y disfrute.
Dudú supercalifragilísticoespialidoso: Mary Poppins (1964), de Robert Stevenson
Londres, comienzos de siglo XX. La vida de una familia inglesa formada por un padre banquero, una madre sufragista y dos niños rebeldes -que pretenden llamar la atención de sus padres haciendo la vida imposible a todas las niñeras-, se verá alterada con la llegada de Mary Poppins, una extravagante institutriz que baja de las nubes empleando su paraguas como paracaídas. Debut y Óscar para Julie Andrews en este clásico del cine familiar que en su día batió récords de taquilla. La niñera más encantadora del mundo surge de las nubes bajo su paraguas y causa estragos en la familia de un banquero londinense. De lejos la mejor producción de Disney con personajes reales. Julie Andrews toca, canta y baila para deleitar y calentar nuestros corazones.
Dudú encantado: Piel de asno (Peau d’âne, 1970), de Jacques Demy
En su lecho de muerte, la Reina hace prometer al Rey que no volverá a casarse hasta que no encuentre a una mujer que la supere en bondad y belleza. Años después, el Rey se da cuenta de que la sustituta perfecta de su esposa es su propia hija. El Hada de las Lilas, la madrina de la joven princesa, le aconseja que pida a su padre, como regalo, unos vestidos maravillosos, aparentemente imposibles de confeccionar. Pero como el Rey consigue los vestidos, la princesa le pide que le regale una capa hecha con la piel del asno banquero, principal fuente de riqueza del Reino. En el apogeo de su arte, Jacques Demy ofrece aquí un cuento (en)cantado que Catherine Deneuve sublima. “Estar bajo el hechizo”: la expresión parece haber sido inventada para esta película por Jacques Demy.
Dudú dingo: Delicatessen (1991), de Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro
En un inmenso descampado, se alza un viejo edificio habitado por personas de costumbres más bien extrañas que sólo tiene una preocupación: alimentarse. El propietario es un peculiar carnicero que tiene su establecimiento en los bajos del bloque. Allí llega un nuevo inquilino que trabaja en el circo y que alterará la vida de la excéntrica comunidad que lo habita. Caro y Jeunet inventaron un universo barroco y loco, poblado de caras increíbles (Pinon, Dreyfus, Rufus). La poesía de Carné, la locura de Gilliam, talento a raudales. En definitiva, película de culto.
Dudú eterno: Atrapado en el tiempo (Groundhog Day, 1993)
Phil, el hombre del tiempo de una cadena de televisión, va un año más a Punxstawnwey, a cubrir la información del festival del Día de la Marmota. En el viaje de regreso, Phil y su equipo se ven sorprendidos por una tormenta que los obliga a regresar a la pequeña ciudad. A la mañana siguiente, al despertarse, comprueba atónito que comienza otra vez el Día de la Marmota. El guión es un brillante ejercicio de estilo. Bill Murray es enorme.
Dudú homérico: O Brother! (O Brother, Where Art Thou?, 2000), de Joel Coen
Everest Ulyssess McGill, un delincuente de poca monta, es detenido y condenado a trabajos forzados en el estado de Mississippi. Sus dificultades para adaptarse a la estricta disciplina de la prisión lo llevan a elaborar un plan de fuga, en los años 1930. O mejor dicho La Odisea, revisada y muy corregida por los hermanos Coen. Película divertidísima, respaldada por una música increíble y tres actores increíbles, ¡Clooney a la cabeza!
Y si prefiere entrar en calor con una buena serie o un excelente documental, apúntese a alguna guía de plataformas, donde encontrará lo mejor del SVOD (Subscription Video on Demand) disponible en Netflix, Prime video, Disney+… con o sin nieve.
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